"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Así terminó 2012.

Pero sin taxi, sin juntos y sin separados. Simplemente terminó sin rastro de ti, de nada. Y  no sé ni por dónde vas ni a dónde quieres llegar ni dónde diablos estás. Maldito el día que acabó ese año.
1999-2009. Resulta que esas fechas son reales, nada de ciencia-ficción ni cuentos mitológicos.

2009 acabó con una Luna tan grande que se veía desde el rincón más escondido del mundo, del universo. 2009 acabó con un taxi al que quisiste acompañarme pero desaparecí. 2009 acabó con nuestras manos y nuestros cuerpos soldados. 2009 acabó con una historia por empezar, con música de fondo, con Llévame al baile y con un 'vale' para afirmar. 2009 acabó para que pudiese entender 1999 y lo entendí. Y por eso tenemos historia y por eso somos eternos y por eso siempre hablo de ti. Eres eterno porque yo quiero que lo seas pero el día que deje de escribir sobre ti o sobre nosotros, dejarás de serlo. La eternidad se esfumará y tu te quedarás en lo que fuiste antes de 2009. Ese 9. Ese jodido y maldito 9.

Y te quiero. Te quiero tanto... Capullo, estúpido. Joder, te quiero. Y te quiero, te quiero. Y tú no tienes ni idea o sí tienes y lo ignoras todo y me ignoras. El siervo será el amo. ¿Quién inventó esa frase? Me ha jodido la vida. El amo será el siervo y así voy. No me lo creo ni yo. Te quiero y te vuelvo a querer y te he querido y te querré y yo qué sé cuántas conjugaciones hay más. Esto no ha terminado. Que te superen me dicen, ¿de qué hablan? ¿Qué quieren o qué pretenden? ¿Cómo te voy a superar? Te quiero. ¿Tú sabes qué es vivir independiente, sola, hacer lo que quiera pero queriendo a alguien? No siento un vacío, estoy llena. Tú me llenas pero no te tengo. Es divertido, así nunca me canso de este juego. Te quiero y odio quererte y me encanta porque me haces sentir viva. Y te echo de menos y me acuerdo de cómo terminó 2009, me acuerdo de cómo empezó 2010, de cómo tuve la mejor vida. Y me odio. Ahora me odio a mí. Y te quiero y te quiero. Te quiero, te quiero, te quiero. No sabes cuánto te quiero. Y no sé si de verdad o de mentira pero lo hago.

En fin, menos mal que todo esto termina ya y que este diciembre no he tenido que mirarte a los ojos.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Los balances de cada 30 de diciembre.

No sé si hice una lista de cosas por cumplir en 2012 pero si la hice te aseguro que no se ha cumplido nada. Sea lo que sea todo esto ya termina y dejo atrás todo lo que necesito olvidar. En una frase: ha sido un año de mierda. Me han jodido desapareciendo de mi vida sin sentido dos veces seguidas, me han utilizado y he utilizado, he tirado por la borda la relación de mi vida que más odiaba, no lo he olvidado, he roto dos corazones y han intentado romperme uno que no existe.
No podré contar qué ocurrió ayer, fue hace tanto tiempo que el sol se ha vuelto a poner. 
No sé por qué tenía la sensación de que 2012 no sería una buena cifra y, créeme, no lo fue. Y, bueno, siempre digo que el 13 no da mala suerte, ni siquiera buena. El 13 nació mi abuela pero también hay personas que se han ido el 13. No sé qué pensar. Por eso, está equilibrado y me gusta el equilibrio.  Tú me desequilibras y no me gusta, o sí; todavía no lo sé.
Estos meses han sido raros y eso que ha sido un año bisiesto, adoro los bisiestos. Adoro la rareza de febrero y adoro febrero. Y febrero me llevará a París y, Dios, no sé cómo explicarlo.
Con vivos, muertos, brindando juntos por un año más, un año menos. 
Ya he crecido, sé decir adiós y no me importa. Ya no duele como hace años. Ahora las cosas vienen y se superan y ya está, a otra cosa. No es tan difícil, no sé por qué me he complicado todos estos años. Además, yo también me voy. De hecho, suelo ser yo la que siempre se va. Es raro que este año te hayas ido tú, desconocido que quería conocer. No me dejaste, me alegro; hubieses dolido más pero "de todo se sale". Eso  me dijeron hace poco cuando me puse a huir (para variar). Está bien la frase y lleva razón, podemos salir de todo si queremos y yo no quiero. Por eso te escribo todos los días, estés donde estés. Yo sé que lo sabes, siempre lo sabes.
Ella legó tarde, no vio a nadie, fue directa a dormir. En vez de su piedra encontró una fiesta en su salón...
Si este año he sido feliz no te imaginas cómo voy a serlo en 2013. Ni yo puedo llegar a imaginármelo. Y tú vas a estar sin estar, otra vez y me gusta, me encanta. Me haces sentir viva, gracias.
Poco más. No, no he soportado estos doce meses ¿y qué? Ahora vienen nuevos tiempos.

Feliz 2013 y hacer mucho el amor, que siempre viene bien.

lunes, 17 de diciembre de 2012

.

Y aparece una bandera de España que usábamos para apoyar a la Selección aquel mes de julio, fotos viejas donde no nos reconozco y rotas y dobladas, pulseras descosidas, anillos gastados, billetes de tren que unían la primavera con el verano en el Puerto de Santa María (con tus piernas ardiendo en el salpicadero), papeles mal recortados donde apuntábamos títulos de películas para que el azar eligiese qué veíamos aquella noche, un paquete de palomitas vacío de las mañanas que compartíamos entre semana, los cigarrillos que nunca nos fumamos no sé por qué, el lazo que cogía para jugar con una parte de tu vida, el pos-it mal escrito donde nos recordábamos que teníamos que irnos a vivir a un ático en 2013, chapas de CocaCola y teclas del teclado de un ordenador con tu inicial, entradas de cine para las primeras citas, tickets de todo aquello que me regalaste y que me da miedo utilizar, todo lo indestructible que acabé destruyendo. Todos los recuerdos estúpidos que nunca he destapado o, mejor dicho, todos nuestros malditos recuerdos.

No recordaba ni la mitad, porque la memoria es traicionera y porque en dos años no he tenido el valor de volver a abrir esa bendita caja que guarda todo aquello que yo he decidido borrar. 

Pienso en la vida que voy a perderme.


Recuerdo que al llegar ni me miraste. Fue sólo una más de cientos y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos. Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos y que tú estabas tan cerca. Me disfrazo de ti. Te disfrazas de mí. Y jugamos a ser humanos en esta habitación gris. Muerdo el agua por ti, te deslizas por mí. Y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir. Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos mis quejidos. Y dejo correr mis tuercas y que hormigas me retuerzan. Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo te diga nada. Que tus yemas sean legañas enganchadas a mis vértices. No sé qué acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos. Nuestra incómoda postura se dilató en el espacio. Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos. Tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado. Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos. Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas. Finjo que no sé, que no has sabido. Finjo que no me gusta estar contigo. Y al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo...

...Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

(Y que te he echado de menos y que te echo de menos y que no quiero perderme una vida sin ti; que no quiero una vida sin nosotros y que no quiero vivir algo que no es nuestro. Yo quiero nuestra vida, nuestra historia, nuestra casa y nuestra eternidad.)

Y poco más.

Tan tú, como febrero.

Y su nombre tan capicúa como ella, como nuestra historia y como la vida que va y viene. Viene y va. Capicúa. Así, rara. Y el imán que lleva en su cuerpo y no deja que me separe de la cama y que caiga en picado y que no sea capaz de alejarme. Como decía un grande: La vida son ironías en forma de capicúa. Y más tarde o más temprano, todo vuelve a un punto inicial.
Y tú tienes esa forma y tu cuerpo es un sinfín de ironías que no comprendo. Y los incendios que creas y yo qué sé, no sé qué estás haciendo conmigo y con tu nombre en mis neuronas y tu sonrisa en mis retinas y tu ropa y tu pelo y todo lo que nunca seré y todo lo que nunca tendré y pude tener y algo más que no recuerdo.
Y otra vez la forma inhumana que tienes para engancharme, ¡por Dios! Y tiras todo por la borda por mí y yo, en fin, lo de siempre. Ese concepto claro de querer estar sola y tu jodido y perfecto nombre que no se borra y que aparece hasta en las canciones. Y que con tus primaveras te voy a construir un año inolvidable.
Y aparecen tus rarezas que me contagian y no se van y me influyen y otra vez pienso en ti. Rarezas. Me quedo corta. Infinitas rarezas. Y tu afán por seguir ahí, por luchar, porque 'quien la sigue la consigue' y no te mueves. Y no sé si reír, si llorar, si quererte, si dejar que me atrapes o si.
Cómo borrar a alguien de su cabeza para seguir adelante. Simplemente le pregunté: '¿Y quién dijo que tienes que olvidar?' En mi caso, olvidarte sería renunciar a mí mismo.
Y no puedo renunciar a mí, ni a ti, ni a lo que no existe. Ni lo que fue. Fue bonito lo que no fue. Lo que recordamos porque no sucedió, lo que está ahí pero sin vivir. Que sigue pero no avanza. Y que por qué no hay oportunidades en el aire. Bueno, no; sí que hay. Que por qué no cogí las oportunidades. Y tú sí y yo no. Y tú tan sí y yo tan no. Tan femme fatale. 


Y sí, hablo de ti. Como nunca. El nunca es nunca y el siempre también. Y ya lo sabes: 'en cierta manera conocerte me ha cambiado un par de veces la vida, entonces y ahora.'


Y poco más. Vuelve tu capicúa. Tus ironías. Tu amor perdido. Tu Ron y tu Vodka. Y tus frases. Niña Imantada, suenas bien. Incluso bajo seudónimos. Incluso donde sea. Tan tú.
Y tus 'te quiero tanto que podrías contarme tu vida y te escucharía.' 
Y me muero cuando te vas, cuando terminas tus risas, cuando decides desaparecer y cuando gritas todo eso que nunca te dije.
'Yo creo que si tú no existieras no habría encontrado una parte de mí.' Y lo sueltas y te callas y te vas y me muero y no sé si es cierto. Si soy parte de ti. Si eres parte de mí. Y por qué tú y nadie más.

No lo entiendo. Y me da igual. Me gusta así, me gusta que no lo sepas, me gusta no saberlo.

Tan capicúa, tantas rarezas, tan tú, tan nadie.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Tú nunca caerás.

El invierno se inventó para que me trajeses el café a la cama, la tostada hecha y la persiana dejando entrar los rayos leves del sol. Para que volvieras. Te pasaras por aquí y convirtieses la ciudad en nuestra ciudad. Se inventó para no pasar las noches solos, dos cuerpos ardiendo y soldados. Que diciembre se va y no has vuelto por aquí, donde se juntan dos ríos y hacen fuerte a la corriente. Y la Luna no está, dónde coño estará la Luna que nos salvó tantas veces.

Nunca llegas, ya es costumbre. El café se ha enfriado y la cama hecha a la perfección porque nadie se tumba sobre ella. Y tú ahí, como si nada. Apareciendo cada mes de abril sin querer pero queriendo. Un día al azar, normalmente un miércoles. Sí, un miércoles cualquiera pero que termina por no ser cualquiera. Para mí es el mejor miércoles del año. Para ti el miércoles cualquiera en el que nos cruzamos en el sitio de siempre. Odio abril y me encanta. Porque se mezcla mi parte azul con el verde de tus ojos y poco más. Y me conviertes la primavera en invierno y no hablas y me desespero y me tomo un vaso de más. Ya sabes lo que dicen, echar un litro de más es echar a alguien de menos. O algo así era, no me acuerdo. Qué más da.  Pero tú siempre tú y yo siempre tan distante físicamente y tan cercana... Cercanos... ¿Te acuerdas de mí? Juraría que sí. Juraría que cuando tienes las manos congeladas a las ocho de la mañana te acuerdas del tiempo en el que existía la eternidad y las calles las ponían sólo para nosotros. Y juraría también que ahora no tienes a nadie que te estruje hasta hacerte explotar y que, de alguna manera, nadie ha rellenado el vacío que te quedó. Descuida, yo estoy más vacía. Y ahora un poco más de lo normal. Pero bueno, tú siempre dejas más huella que cualquier persona sobre la faz de la Tierra y te odio por ello. Te odio mucho. Te odio tanto que no lo soporto. Te odio tanto que no entiendo cómo mi odio no te ha destruido. Podría derrumbar cualquier cosa por mi odio hacia ti o hacia mí, todavía no lo sé.
Ni siquiera nos encontramos de manera casual y sé que hemos coincidido en la misma manzana a la misma hora. Al irme entraron tinieblas, como en la canción.
Y al preguntar si está más animada, inspira y dice que al irse él entraron tinieblas.
No entraron al irme, entraron el día que no me dejaste volver. Y lo sabía pero necesitaba volver. Se supone que el 'para siempre' se convierte en 'nada'. Y no, aquí es al revés y no sé si será porque nos gusta ir a contracorriente: la 'nada' se ha convertido en el mayor 'para siempre' de la historia. Y es verdad.

El invierno se inventó para meternos en la ducha, romper las ventanas y colarnos por ellas, escribir en los cristales empañados y juntas iniciales que separadas sólo son letras sin significado ninguno. Ya lo sabes, tú nunca caerás; ya te caíste conmigo. Aun así, te has equilibrado y me has desequilibrado y aquí estoy y allí estás. Como si no pasara nada, como dos desconocidos que se conocen a la perfección. Como dos personas independientes y sin conexión. Como si negaras que hay un hilo invisible que nos une, como si pudieses querer otra vez, como si te fueses a dormir sin pensar en mí, como si no recordases cada banco en el que nos sentamos o cada día en la playa o en tu cama o en la mía o viendo películas o riendo sin parar o llorando o no sé. Como si no recordases el día que decidiste fundirte conmigo al cien por cien cuando todo se había acabado. El día que confesaste tu secreto mejor guardado o el día que me invitaste a cenar. Actuando como si todo esto no hubiese ocurrido pero echando de menos cada momento pasado. Sí, pasado; de esos ya no vuelven nunca. Que se han quedado atrás, que han desaparecido, que fueron, que no serán, que se han perdido contigo y conmigo... por separado.

El invierno se inventó para que cuando abriese mi maldita puerta estuvieses ahí detrás, esperándome como hace una eternidad. Escuchando cómo te susurraba que podías contar conmigo para siempre. Pero no.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Soy errante.

¿Alguna vez has cometido un error que sabes que pagarás toda tu vida? Y sientes que las sombras te persiguen y pasa una eternidad y los demás avanzan y tú... Fin. Parada en mitad de la nada, estancada en lo que un día fue pero nunca será. En algo que no es. Algo que no existe, algo que ya ha sido. Todo aquello que decidiste guardar con las fotos con polvo, con las cartas dobladas, con el olor encerrado en la caja del rincón. Buscas el aire que no queda y recuerdas lo que no has vivido. Recuerdas las historias que formas en tu cabeza pero que nunca ocurrieron ni lo harán.

¿Alguna vez has cometido un error que te va a perseguir siempre? Todos nos equivocamos, todos somos errantes. Y el error nos persigue porque nunca nos perdonaremos a nosotros mismos, porque pasamos la vida imaginando la vida que nos perdimos por una broma del destino, un fallo técnico que no duró ni un minuto. Soñamos la vida que queríamos y que dejamos atrás por las malas decisiones, por no pensar en frío, por ser impulsivos, porque la avaricia rompe el saco.

Hay personas que no se superan.

martes, 4 de diciembre de 2012

Que puedes contar conmigo para siempre.

Me pregunto cómo tengo los cojones y la poca vergüenza de echarte de menos, de querer estar contigo toda la vida, de entregarte hasta el último rincón de mi cuerpo, de seguir pensando que puedes contar conmigo para siempre, de contar contigo, de pensarte todos los putos y jodidos días y todas las malditas noches que se hacen eternas sin tu compañía.
Me pregunto cómo no tengo los cojones y la mucha vergüenza de no ponerme a olvidarte, pero de verdad.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Ahora vienen nuevos tiempos.

Que si el barco se hundiera...
Tú serías el capitán.
Tenía planeado escribir cuentos con nuestra historia que no fue; la Luna te la iba a bajar todas las noches o, por el contrario, te subiría yo a ella. Nos sentaríamos en uno de sus gigantescos cráteres y observaríamos la atmósfera del planeta Azul del que huíamos. Te iba a curar las heridas, poco a poco, con canciones, palabras y susurros de media noche. Saldrías reparado del pasado que te rompió el corazón y yo con un poco del hilo que nos unía cosería los pedacitos que quedaron en el suelo de la habitación. Y el colchón hubiese salido todas las noches para contemplar las constelaciones y los domingos astrománticos se alargarían para tapar todas las semanas. Y pelearíamos con almohadas repletas de plumas que escaparían a cada rincón y sentiría lugares de mi cuerpo que jamás pensé que existían. Y en cada hoja en blanco escribiría tu nombre, tu inicial o el título de tu canción preferida y los convertiría en aviones de papel, nosotros nos encogeríamos y volaríamos por el mundo. Sin prisas, sin preocupaciones, sin daños. Y cada día, antes de dormir, te escribiría un poema en tu espalda y buscaríamos estaño para soldarnos y fundirnos y amanecer siameses y quedarnos así. Así, así...

Pero te fuiste.

jueves, 22 de noviembre de 2012

I think we're superstars, you say you think we are the best thing.

La vida pasa de repente y no nos damos cuenta. Caminas a toda velocidad por una calle, con destino a no sabes qué sitio y te cruzas con una de las personas que te complementan. Ni siquiera lo sabes. He pensado en ti sin ni siquiera conocerte; extraño. Y cuando los rumbos cambian, los caminos se separan y adiós, muy buenas. Y tú y yo y todo esto intacto. Como si nada hubiese cambiado, como si fuese ayer. ¿Sabes qué se siente cuando tienes a alguien que se abre al cien por cien delante de ti? Que derriba sus muros, cristaliza su corazón y llora y habla y grita y le da igual. Y pronuncia todas las palabras que invaden su mente y te confiesa todo lo inconfesable. Y ahí está, con su piel erizada, mirándote como si se le fuese la vida en ello.
¿Por qué yo? ¿Cómo alguien puede abrirse a mí si ni siquiera yo sé abrirme a mí misma? Y estos pequeños (grandes) detalles te hacen sentir  viva. Como si nada más hiciese falta, como si la felicidad fuese eso: ver cómo una persona te entrega toda su confianza, te abraza y poco más.


Saber que las historias nos van a separar. Quizás llegas a Inglaterra, quizás te espera la bonita Buenos Aires o tal vez huyo yo. Nunca pertenecimos a ningún lugar y, por eso, lloro y no lo soporto. Porque vemos el fin y disfrutamos el presente. Nunca he sido capaz de conseguirlo, vivir todo al máximo sabiendo que terminaremos fracasando. Pero contigo es diferente. Contigo todo cambia, como si la rutina fuese más llevadera. Y que si mañana no estás, vas a estar. Indirectamente, lejos o cerca; vas a estar. Aquí o allí, ¡qué más da! Si con escuchar Fluorescent Adolescent te haces un hueco en mi mente, te estableces allí y no hay quien te mueva. Y me gusta, claro que me gusta. Y tú crees que somos superestrellas pero no, somos mucho más. Somos infinitas, somos las dos mejores cosas unidas.


Supongo que eres una de esas personas que cambian el rumbo de las cosas y de la vida. De las pocos personas que marcan un fin de una etapa y te dan la mano para empezar una nueva. Y si pudieras verlo, en fin, no sabes cuánto te pierdes de ti misma. Eres vital, inolvidable. Ya sabes, lo de siempre, lo que nunca decimos.

Y está bien. No duele. No dueles. Aunque un día no estemos, aunque un día no seamos, está todo bien. Aunque no tengamos ese hilo rojo invisible que nos une, aunque las cuerdas estén cortadas. Hay personas que nunca se separan, al igual que hay otras que nunca vuelven a cruzarse.

Pero todavía no, no estamos preparadas para el gran huracán, para el terremoto.
Pequeña rock'n'roll, yo dije que creo que somos las mejores; las mejores cosas, los mejores momentos, la mejor historia.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Aviones de papel a punto de salir.

Louis Armstrong como banda sonora, las cortinas echadas, las camas deshechas. Annie Hall como protagonista principal, los paisajes que tiene Manhattan y la dosis diaria de todo lo que se esconde debajo de las sabanas. Ahora no que nada. No hay amaneceres calurosos ni constelaciones en el techo de la habitación. El olor de siempre, la cama y la ciudad vacías.


Y perdíamos el tiempo dibujando todas las formas que se han borrado de mi piel. Me bloqueaba las manos y un "no te muevas, cariño". Entonces cogía sus pinturas, colocaba sus manos frías sobre mí y soñábamos con recorrer el mapamundi de mis costillas, pasando por mis caderas y terminando en mi espalda en forma de avión de papel. Llegábamos lejos, ya lo creo. Dormíamos cuando amanecía y nos fundíamos cada madrugada. Salpicábamos toda la espuma de la bañera y peleábamos porque los dos queríamos apagar todas las velas de un soplido. Y como me robó el corazón me regaló uno más pequeño azul y rojo, pintado en mi pecho y con latidos de los dos. Compartir latidos, taquicardias y los trazos del cuerpo.


La Luna quedaba muy cerca y el mundo demasiado lejos. Y nos perdíamos debajo de las sábanas que se quedaban pegadas a nuestra piel y las piernas temblaban. Vivíamos en un terremoto espacial. Éramos espaciales. Bueno, ¡no! ¡Somos espaciales! En presente y en plural. Porque especial y espacial sólo están a una letra de distancia y nosotros hemos vencido a esa distancia.

Y espaciales sólo somos nosotros dos. Por vivir en Casiopea y crear el universo cada vez que nos juntamos. El universo infinito elevado al infinito. Saltar por los asteroides y llegar a Andrómeda, la Osa Mayor y flotar por la Vía Láctea y volver a tierra para tocar las auroras boreales y quedarnos a vivir allí y ser especiales y espaciales e increíblemente infinitos y, no sé.

Círculos con tus manos en mi barriga, cosquillas en las rodillas, tranquilizarme, coserme. Y quedarte, sobre todo, quedarte. Aquí, allí o dondequieraquesea. Permanecer.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Frágiles.

Y me subes al taxi y allí te quedaste tú. En mitad de la noche, pelándote de frío viendo cómo se escapaba la única persona a la que no te perdonarías perder; entonces no lo sabías. Simplemente creíste que podías arrojarme al montón de los besos robados. No te culpo: yo siempre pensé lo mismo. Un muñeco más para mi colección. Pero ya ves, las vueltas de la vida. Lo invernal y lo tropical mezclados, como tus colores.

Y en el cristal del taxi nadie escribió "que sea cierto el jamás". Yo sólo hubiese pedido (y pido) la eternidad e inmortalidad. La conexión infinita y el infinito infinito (elevado al infinito).

Abril se hizo eterno y nuestro otoño parece que no llega, como si estuviese estancado. Me llaman octubre porque sólo hablo de ti y realmente llevan (co)razón. ¡No sales de mi puto cerebro! Cerebro, bulbo raquídeo, puente de Varolio, hipófisis o donde mierda sea. El caso es que te has establecido aquí cerca y no hay quien te saque. Vuelvo a quejarme, siempre igual. Como si me molestase perder el tiempo pensándote. En realidad todo lo contrario, eres el mejor momento del día.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Días de grandeza.

Crecer es aprender a despedirse.
Desde que nacemos nos intentan enseñar a crecer, a madurar. No hagas esto (o lo otro), no grites, no contestes, estudia, lee, no veas mucho la televisión, come verduras. Órdenes o gilipolleces, como prefieras llamarlo.
El día que te das cuenta de que crecer va a significar despedirse de personas, situaciones, emociones, memorias, ilusiones e incluso amigos que se supone que iban a estar para toda la vida.
Y aquí estamos, llevamos dos décadas en este mundo (aproximadamente); hemos aprendido a comportarnos, a no cantar en la mesa, a colocar la cuchara y el cuchillo en la derecha y el tenedor en la izquierda, llenar las botellas de agua en verano para que se enfríen en la nevera, recoger la habitación, ser educados y... diez mil estupideces más.
El día que ver que crecer significa conocer cada días más gente que ya murió.
¿Y dónde quedan las despedidas? Nadie nos ha "amaestrado" para que aprendamos a decir adiós y, de alguna forma, es lo que realmente nos hace madurar y crecer. Nadie te explica cómo funciona la vida y un día, repentinamente, alguien se va. ¿Qué hacemos? Aquí estamos, esperando a que llegue la primera persona que se marchó.
El día que te das cuenta que te despides mejor que hace un año.
Cuando pasan los años te acostumbras, es algo lógico: las personas van y vienen. Pero, en el fondo de nosotros, la primera persona que se fue siempre deja una huella un poco más marcada. No me preguntéis por qué, no tengo ni puta idea. Supongo que estamos tan poco preparados que somos incapaces de asumirlo. Hay pérdidas que nunca se superan y, creedme, es horrible. Un día llega una persona a tu vida y a partir de entonces no pasas un día sin pensar en ella. Es curioso, un día tienes la mente con vacíos y sin quererlo tienes un nombre clavado que nunca más se volverá a borrar.
Que ya no te sorprende que la gente desaparezca de tu vida. 
De eso está creada nuestra mente: de vacíos. Vacíos que vamos llenando según pasan los años (o los daños).
Ese día estás aprendiendo a decir adiós, ese día estás creciendo.
Los vacíos se convierten en nombres, pero los nombres nunca se convierten en vacíos. Me explico (aunque supongo que es comprensible): nunca olvidamos ningún nombre que nos haya marcado un antes y un después. Nunca. Las caras se vuelven borrosas, las manías se olvidan, los olores (al no ser que haya objetos que, gracias a Dios, nos los recuerden), las voces (las preciosas voces que siempre juramos que serían inolvidables) pero los nombres... Creo que es imposible. De hecho, cada vez que aparece su nombre; tu mente se activa y aparece su imagen. Rápidamente, como a la velocidad de la luz. Creo que la velocidad de la mente (en ocasiones) es enormemente más veloz que la de la luz (incluso más que tu luz, que ya es decir).

No sé si hay algo más triste que aprender a decir adiós.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Despertar cuando termine Septiembre.

Las personas pensamos en las fechas que nos marcan un antes y un después. Creemos que cuando el calendario dé una vuelta y vuelva ese día... Todo va a cambiar. Como si fuésemos a revivir ese momento, como si tuviésemos otra oportunidad. Cambiarlo todo, alterar lo que pasó, despedirnos de los que se fueron. ¡Qué ilusos! Lo cierto es que no. Soñar es gratis, o eso dicen. Ilusionarse también. Sin embargo, ¿qué pasa cuando vuelve a llegar ese día? La vida sigue y allí estás esperando el nuevo cambio que nunca llega (o esperando que el nuevo cambio que fue hace tiempo desaparezca y todo regrese a la normalidad). Supongo que la fe nos traiciona en numerosas ocasiones, nos hace creer que es posible "volver atrás".
El 17 de septiembre de 2010 era viernes. Nunca me he sentado a contarlo, nunca hablo de aquel día. Ni siquiera las personas más cercanas a mí saben algo del 17 de septiembre de aquel año. Siempre he dicho que en mi vida, el 31 de agosto es como el Año Nuevo en las vuestras y que septiembre equivale a enero.
Resulta que mi vida nunca cambia de diciembre a enero, sin embargo, siempre da un giro inesperado (generalmente negativo) de agosto a septiembre.

Quizás en septiembre ya no estamos en pleno verano pero juraría (y es evidente) que en el Sur el calor sigue siendo el protagonista.

Ese día no. Ese día todo era diferente. Parecía que el mundo había cambiado su rotación, parecía que la Luna estaba cambiando su efecto sobre nosotros. Parecía que se acercaban tiempos difíciles (y no sólo para los soñadores como nos cuentan en "Amélie"). 
Parpadeas una vez y tu vida nunca más volverá a ser lo que fue.
Este es el primer día del resto de tu vida.
En ese momento mi vida se resumía en esa estúpida frase.

Todo empezó cuando sonó el teléfono. Cómo odio que suene el móvil en ciertas ocasiones. No sé por qué no me extrañó, no sé por qué no lo pensé: mi padre nunca me llama a las dos y media de la tarde.
Al menos no en esa época de mi vida, siempre estaba en clase a esa hora. Pero bueno, en ese momento no lo pensé.
Yo sólo me limité a devolverle la llamada mientras cruzaba ese paso de peatones que nunca más ha vuelto a ser el mismo para mí. Y él, tan risueño como siempre, me contestó. En realidad no, mentira. No estaba risueño. Tenía la voz apagada (o eso creo). La memoria a veces me traiciona.
Sólo se limitó a decir que ella se había muerto. Así, tal cual. Como si te tiran un cubo de agua congelada al levantarte por la mañana. Como si vas andando y de repente desaparece el suelo. Se había muerto. Ya no estaba. Esfumado. Desaparecido. Ido. "Vale, estoy yendo a casa". Y colgué. Nada más. No crucé ni una palabra más. Volví a parpadear y estaba en mitad de la calle gritando de ira y llorando de pena. Odiándome por todas aquellas cosas que nunca le dije. Os recomiendo que nunca os guardéis nada para vosotros, es insoportable el dolor y el arrepentimiento.
Las personas que pasaban por allí me miraban. Y yo gritaba y lloraba y tiré el teléfono. Alguien me abrazó, me tranquilizó y me empezó a preguntar sobre ella. Si la quería mucho, si estábamos unidas... Si la quería, dice. No sabéis hasta qué punto podía adorarla. De pequeña vivía con ella. Hasta... ¿2008? No sé, qué más da.
Y pensaréis que soy una boba por creer que el mundo cambió su rotación sólo por eso. ¿Sabéis que os digo? Que sí.
Una hora después ya estábamos en la carretera para ir al tanatorio (ella estaba en otra ciudad; bueno, ya no estaba). Os juro que nunca vi un cielo tan negro a las cinco de la tarde de un 17 de septiembre. Durante las cinco horas de viaje nos acompañó un cielo completamente oscuro, con tormenta, nubes negras y una luna casi llena que apenas se apreciaba. Puedo asegurar que el cielo sentía enfado, lo recuerdo como si hubiera pasado ayer. Parecía de noche y ni siquiera eran las ocho. Fue horrible. Y ella se había ido.

Entré a la sala del tanatorio, abrí la puerta del cuarto de baño y empecé a llorar. No podía dejar que me viesen, no quería hacerme la idea de que era real. No pronuncié ni una palabra. Admitirlo en voz alta es aceptar que ha ocurrido. Por eso nunca he contado la historia con pelos y señales, ¿para qué? ¿Para afirmar algo horrible? La evasión es un medio de autodefensa. Ni siquiera quise abrir los ojos en aquella sala fría. Sería estropear mi última imagen de ella.

Allí sentada, en aquella silla en la puerta. Dándome besos, sonriéndome, hablando, quejándose, pasando calor y alegre porque estábamos allí como cada vez que podíamos. Tan guapa... No tenéis ni puta idea de lo perfecta que era e infeliz en tantas ocasiones que me odio por no haberle regalado mi felicidad.
En el hospital sólo pedía un vaso de leche con galletas antes de dormir. Siempre, ella y sus galletas. Y nunca dormía, le daba miedo dormir. Siempre creyó que si se quedaba dormida nunca iba a despertarse. Siempre creyó que si se quedaba dormida no podía salvarnos. En eso nos parecemos mucho. Cada vez que yo era pequeña y mis padres no estaban en casa, yo no dormía pensando que despierta podría salvarlos de cualquier mal... Y no dormía. Y hasta que no volvía a verlos no pegaba ojo. Como si estando todos juntos en casa estuviésemos en un lugar sagrado. Pues ella era como yo (o siempre lo he creído).

El 17 de septiembre vuelve y aseguraría que vas a aparecer. Qué gran gilipollez, ¿eh? Tú volviendo...
Ojalá estés cerca, ojalá puedas leer esto, ojalá me escuches, ojalá te acuerdes de mí siempre, ojalá sepas todo lo que nunca te dije, ojalá nos volvamos a encontrar y te dé un abrazo infinito, ojalá vuelvas a hablar con ella que creo que es la persona que más te echa de menos en este mundo, ojalá sueñe contigo, ojalá no te olvide nunca... Ni aunque pase una eternidad. Y para mí tú eres eso: eterna.

Te voy a querer durante toda mi vida, incluso cuando yo tampoco esté; azul.

lunes, 10 de septiembre de 2012

No sé (d)escribirte.

Tengo ganas de verte. ¿Y ahora me echas de menos?
Y nuestro universo se separa. Mundos paralelos. Allí estamos, esperando que uno de los dos sea capaz de decir algo.
Llevo dos años echándote de menos.
Un huracán. Quizás no, quizás sólo son mis manos que no dejan de temblar ante respuestas inesperadas. Las historias se repiten pero los protagonistas han mejorado. En realidad sólo se repite la base. La historia es complemente diferente; aunque el Norte y el Sur vuelvan a atacar. Me voy a quedar en nada. Me da igual. He roto tus ventanas, ya ves. No sé estarme quieta. A ti no te voy a romper, sólo quería ver los cristales volar gracias a la fuerza de la gravedad.
Hacer del caos un arte.
Por eso estamos aquí, esperándonos. Para que todo colisione y renazca todo aquello que enterramos por separado.
Sin tu voz, todo suena diferente desde aquí.
Quédate, quédate a vivir.
Ya verás que nadie nos encontrará.
 Yo también te echo de menos.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Elles.

De ellas nunca más volví a hablar. Las revistas han cogido polvo y los recortes están más recortados. Quizás  borré sus nombres porque París quedó demasiado lejos o porque a la una y diez de la mañana, a veces, todas las vidas están apagadas y cerradas.
Sus huellas creo que se quedaron grabadas; sin embargo, no puedo asegurar nada porque mi mente no es capaz de mirar y comprobar si todo aquello sigue vivo. ¿Dónde estarán? En cualquier bar tomando la cerveza a la que nunca las invité o riéndose de todo aquello que me he perdido estos últimos años.

No recuerdo a dónde jurábamos que íbamos. Supongo que al Norte de Francia como siempre, ¿no? La combinación de aquellos tres números mágicos que escondían secretos, historias de terror y sentimientos guardados en una caja.

Aquí me veis, no he llegado muy lejos. La memoria es traicionera. He olvidado los gestos que me indicaban dónde me esperabais. ¿Cómo estáis? ¡Qué pregunta! Juntas, como siempre.

Nadie sabía que era el último día, qué cosas. Un día la vida te da una patada y caemos todos como piezas de un dominó. Un día abres los ojos, parpadeas un par de veces y... ¡PUM! Todo se ha esfumado.

Yo me quedo con los años declarados, las guerras ganadas, las risas enlatadas, los gritos envasados, las lágrimas secretas, los viajes interminables y las fotografías... ¡Ay, las fotografías! ¿Qué haríamos sin ellas? Probablemente mis recuerdos hubiesen muerto si no hay momentos congelados.

Yo me hubiese quedado hasta el fin, hasta que digáis "¡No da para más!"
Entró la tristeza en el mes de septiembre y no ha vuelto a marcharse.

Me moriré de ganas de deciros que os voy a echar de menos.

sábado, 18 de agosto de 2012

Un poco de Norte.


"Si te soy sincero, no me suele costar demasiado olvidar a las personas pero, lo cierto, es que no sé, contigo... Creo que no sería así. Tenemos demasiado en común y... No sé, no creo que precisamente tú me resultases fácil ni agradable de olvidar."
El rayo cae de repente sobre tu pecho, no avisa. Un poco traidor, quizás. Un día la noche y el día se mezclan y... fin. Te parte en dos. Hace poco una película me enseñó que son las mismas mitades las que te parten por la mitad. Un poco paradójica la vida en ciertas ocasiones, un tanto irónica y, por mucho que digan, con dos colores. Como tú me has enseñado, ni gamas ni abanicos: azul y rosa. Y el azul, en esta ocasión (aunque me pese), no soy yo. 
Hablando del rayo (azul, por cierto, qué casualidad). Este rayo era diferente (y no sólo por su color). El rayo era su mitad y por eso era capaz de partirla por la mitad. Porque son aquellas cosas que encajan con nosotros las que pueden rompernos en pedazos, pedazos que no recuperamos y que quedan esparcidos por el suelo. Como las gotas de lluvia cuando caen. 
Me contabas que él terminaba teniendo trazos rosas y ella garabatos azules. Se mezclaban, entrelazaban y más verbos conjugados en pretérito imperfecto con la misma finalidad. 
Libretas llenas de dibujos imperfectos inspirados en pensamientos perfectos. Cuadernos con frases tachadas y escritos de hamor, así con h; (algunos eran simplemente de amor, de ése que anda por ahí partiendo a las personas).
No sólo hablo de ti, de mí. No te preocupes, te dejo que te rías al leer tu nombre entre líneas. Hablo de la vida que no tuvimos por las malas elecciones involuntarias. De nuestras 'casualidades' y de todo aquello que está en tu mente. En la mía, o quién sabe, quizás tenemos una en común donde guardamos todo lo que necesitamos para ambos. Sí, para los dos. Vuelvo a hablar de nosotros, maldita sea. 
Negar las evidencias, así somos. Nos llaman tontos. ¡Tontos! ¿Tú te lo puedes creer? Yo creo que somos más listos que el hambre y que los tontos son ellos. Parece ser que les gustaría ver nuestras vidas destrozadas y que el 'nosotros' fuese dos pronombres personales sin sentido ninguno por separado. 
Negar estas evidencias nos separa de ellos y nos une a nosotros, negar lo innegable significa alargar aquello que tiene un pequeño futuro. 

Pero, qué diablos, ¿para qué intento explicaros algo que para vosotros no tiene explicación? ¡Nos gusta esto! Saber que nada puede terminar porque nada ha empezado, nada puede romperse porque no existe nada. ¡Somos bichos raros! No os empeñéis en que os cuente esta historia porque no existe. ¡No hay historia! ¡Es una anti-historia! (Así la define una pequeña y gran canción). "No recuerdo una anti-historia mejor, de contenido incierto." Y por esto, quizás, no lo quiero explicar. 

Es diferente, es raro, es otro universo. Es nuestro. Me he vuelto a contradecir. No puedo hablar de nosotros si admito rotundamente que no hay nada (y es cierto, no lo hay). Quizás es la palabra 'nosotros' la que no encaja con nosotros (contigo y conmigo, si así te gusta más). ¿No piensas tú lo mismo? Estoy pensando algo que lleve nuestra esencia. Es raro, me explico, para que algo lleve nuestra esencia tiene que ser extraño, fuera de lo normal, sin perfecciones y contradictorio (como nosotros, resumiendo). Entonces, verás, si tiene que ser (en parte) contradictorio; el término nosotros quedaría correctamente, ¿no? Porque es una contradicción y, de alguna forma, en esto consiste. Qué estupidez, dejaré de pensar una palabra para todas estas frases con destinatario fijo pero ausente. Una palabra que abarca todo lo que eres y todo lo que soy. Lo que somos (por enésima vez). 

Ten una cosa clara: pienso repetírtelo hasta la saciedad. Hasta que todo esto no dé para más. Hasta que Canadá quede lejos y París se haya dividido. ¡NO-SO-TROS! El azul y el rosa. El rayo y la niña. Esas mitades que escuché que pueden partirte por la mitad. Y todo aquello de lo que nunca te he hablado, todo aquello que se queda en el tintero y no hay forma de dejarlo escapar.

Y por supuesto que no, a mí tampoco me resultaría fácil y agradable olvidarte. 

viernes, 3 de agosto de 2012

Hasta siempre.

Parece que no son leyendas urbanas. Es cierto: nunca olvidas a la persona que te cambió la vida. Entonces apareces tú (en mi mente, nunca fuera de ella). Y me pregunto en qué momento lo removiste todo, en qué momento todo quedó patas arriba. Destrozado, como si el mayor huracán hubiese pasado por aquí. Ése eras tú, un huracán; un terremoto; el más grande.
Está todo superado (quizás sea mentira). ¡Qué cosas! Y he comprendido que no duele necesitarte, duele saber que no te necesito. Duele saber que mi vida se ha separado de la tuya. Duele saber que hay muchos caminos; duele saber que tu nombre nunca aparece; que las canciones no hablan de ti; que las barras de los bares no me preguntan por ti; que la vida pasa y no me preocupa que no llegues. Duele aceptarlo, no vivirlo.
¿Por qué nunca me preguntabas por quién decidí gritar? Ni siquiera por quién callaba. Eras tan inalcanzable que te limitabas a vivir el momento. Nunca he  conocido nadie así, ni siquiera ésta supuesta vividora. Qué extrema pobreza.

Te prometo que jamás te voy a olvidar. Aunque pase una eternidad, aunque el sol se apague, aunque todo se derrumbe, aunque el mundo quiera terminar, aunque los infinitos dejen de serlo. Nunca, nunca, en mi puta y jodida vida voy a olvidarte.


Cuídate, cuídate como nadie te podrá cuidar (ni siquiera yo).

Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.



Probablemente me odies por escribirte esta carta o te dé igual, no sé qué es peor. Sinceramente, no tengo ni puta idea de qué quiero decirte exactamente. Supongo que llevo demasiados meses dándole vueltas al tema y , en fin, al final has terminado siendo un desconocido y eso era lo único que no iba a soportar. Sé que suena muy injusto y que seguramente para ti ya sea algo indiferente pero no puedo evitar querer intentar que estés en mi vida. Si te parece mal lo entenderé y lo vería normal, aun así la carta te la escribo porque no pierdo nada.No me preguntes por qué la escribo justo ahora y no hace seis meses, no lo sé. Llevo pensando lo mismo desde hace muchísimo tiempo y nunca he tenido los cojones de decirte absolutamente nada. Ni siquiera era capaz de decirte que quería verte un rato para ver qué tal te iba y tampoco he sido capaz de preguntarte realmente cómo estabas. Supongo que si te lo preguntaba creerías que lo hacía sin sentido y la verdad es que eres unas de las pocas personas por las que siento interés. No sé si estoy haciendo bien en escribirte esto, si la estoy liando, si es egoísta o si simplemente está sirviendo para nada. Tampoco me imagino qué se te está pasando por la cabeza, creo que llevo tanto sin saber de ti que ya no sé ni cómo eres. Además, he supuesto que después de casi dos años los dos hemos cambiado demasiado. Sé que ha pasado demasiado tiempo y que ha llovido mucho y que no viene a cuento que por la puta cara empiece a decirte todo lo que me he callado desde 2010. Pero creo que no aguantaba más y tenía que soltar todo lo que se me pasa por la cabeza. Me podría ahorrar todas las estupideces que estoy poniendo y resumirlo todo en que te echo de menos desde hace bastante pero eso me viene grande y además podemos interpretarlo de maneras diferentes y todo esto sería más caótico. No te estoy pidiendo que volvamos a ser lo que fuimos un día porque quizás te entren ganas de matarme y porque sería una locura pero, realmente, sí me gustaría verte de vez en cuando. No sé, estar en tu vida y poco más. No quiero ser tu íntima amiga porque nunca hemos llegado a ser amigos de verdad y además no tendría mucho sentido pero yo qué sé... ser algo tuyo. Una conocida, como mínimo. O alguien con quien puedes hablar o alguien con quien puedes contar cuando no tengas a quién recurrir. Sólo eso. Puedes mandarme a la mierda sin problema (es lo que espero) pero sentía que tenías que saberlo todo porque sé que un día me dijiste que si me arrepentía te lo dijese y, en fin, me he arrepentido todos los días de mi vida pero el miedo de joderte o el miedo de cagarla conseguían que fuese incapaz de hablarlo contigo. Ahora sigo con el miedo y mis paranoias en la cabeza pero yo sabía que algún día esto iba a ocurrir y perdón si no es un buen momento o si he esperado mucho tiempo o si ya no quieres saber de mí. Y nada, prefiero no seguir porque sé que me voy a empezar a arrepentir de haberte contado todo y voy a terminar tirando la carta. Lo siento, de verdad.

Un abrazo.
"Yo voy a estar siempre. Aunque no te lo diga, aunque no hablemos, voy a estar siempre y yo sé que tú vas a estar siempre para mí."  Ojalá sepáis qué es tener a una persona para siempre, para siempre de verdad. Estando sin estar, así somos.

...O como no siguen las cosas que sí tenían mucho sentido.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Será un reencuentro inesperado.

Oniria ha encontrado a Insomnia. Cada noche andan por los cables, contemplan la Luna, mantienen sus párpados abiertos y se funden. Así cada madrugada hasta que el sol decide levantarse y ella huir.
Parece que por las noches nos volvemos seres más vulnerables, más puros, más humanos, más frágiles.
Me estoy inventando nuestras noches, mi cuerpo sonámbula decide soñar todo aquello que no ocurre en la azotea. Y en cada despertar te busco y no estás o no estoy. No lo sé.
El sol nos convierte en cínicos, fuertes, invulnerables, incrédulos. Ni siquiera contemplamos los cables de alta tensión por donde nos gusta hacer malabarismos, ni siquiera conocemos nuestro rincón en la cornisa, ni siquiera recordamos que existe la Luna y que no se apaga.
Insomnia no encuentra a Oniria, tan sólo la espera. Espera a medianoche, espera allí sentado, espera imaginándola. Aparecerá. Siempre vuelve, el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Para recordarlo, para inventar otra historia, para intentar cambiarla.
Los dos conectan bien, quizás en otra vida fueron un mismo ser.
Ni siquiera lo dudaron el día que chocaron en aquel rascacielos. ¿Cómo dos seres tan lejanos pueden conectar y encajar como si de un puzle se tratase?
Oniria se fue al Sur, Insomnia se enamoró del Norte. Ella ronda soñando por la ciudad y él no sabe dormir. Ella se bebe la literatura y él plasma el arte. Ella busca quedarse y él... Bueno, en fin, él la buscaba a ella.
Llevan tiempo esperándose.
Yo te sueño y tú duermes sin saber.

martes, 31 de julio de 2012

Monstruos que no me han dejado ver.

El portazo sonó haciendo eco dentro de la habitación. Todo cerrado, carteles de neón. Y tú ni te mueves, me he ido. No podía esperar un segundo  más. No te preguntes, sigo guardándote la cara y siendo injusta con todo aquel que se acerca.
Te digo au revoir.
Ni siquiera sé pronunciar tu nombre, mi corazón se detiene cada vez que sales en la conversación. Olvídate. Me acabo de ir. ¿Por qué olvidamos a la persona más importante de nuestra vida? Siempre has sido el número uno. Y en tu vida yo he sido lo contrario; dejé de ser la primera hace demasiado tiempo. Lo entiendo, ¿sabes? Yo nunca me hubiese puesto en primer lugar. ¿Para qué? Si huir es lo que mejor sé hacer. En las nubes nunca se estuvo mal, contigo mejor.
Pero éramos tan frágiles, químicos y fáciles.
Llegó. Como llega el día más caluroso del año, de repente. Fugaz. Parece que te gusta la magia, a mí también.
Magia para evitar lo inevitable. 
Lo estoy evitando. No hacerlo sería aceptar que no nos volveremos a cruzar y por eso me gusta evitar lo inevitable. Evitar el amor por el propio amor. ¿No es estúpido? Así es la historia, como te la cuento.
Las huellas no se van a borrar jamás, van a perdurar en la eternidad. Necesito marcarlas en mi piel. Tus huellas, tus yemas, tu olor. Te voy a echar de menos, aunque moriré de ganas de decirlo. Y cada mañana te recordaré y cada noche... Pero ya no serás, sólo memorias. Me deshielo y no por ti. Y me imagino el futuro pluscuamperfecto y tengo miedo y sólo veo un rostro que no es el tuyo y me duelen los rincones que no sabía que existían.
Y ahora compartimos noches con el primero que pasa y abrazamos las cucharas para ver si alguna encaja.
Sólo quiero compartir noche con él pero eso sería renunciar a ti (aún sabiendo que no volverás). No sé renunciar a ti, no sé negarte, no sé vivir sin quererte. Ni siquiera quiero aprender. Compartirlo todo con él es cerrarlo todo con llave y no volver, sobre todo no volver. Esto se prolonga.
Me topé contigo, yo tocaba fondo y conté hasta diez respirando hondo. 
 Eres inevitable.

domingo, 29 de julio de 2012

Gracias.

Admitirlo en voz alta sería cambiar el rumbo y los planes. Sería aceptar aquella realidad que nos queda demasiado lejos. Unir a dos personas que aunque estén destinadas a estar juntas (o eso nos gusta creer) no deben estarlo. No hay momento ni lugar, no por ahora.

Admitirlo en voz alta sería ser capaz de conseguir eso que nos atormenta cada noche, sería terminar cada conversación con una mirada, sería sonreír sabiendo los motivos.
Y por eso escribo estas líneas, porque ni tú ni yo vamos a aceptar las evidencias. Seguiremos yendo a contracorriente, aunque estemos pisoteando esos principios de los que tanto hablamos.
Pero no es necesario tener principios, lo importante es tener finales.
Abres la boca para soltar todas aquellas estupideces que maquillan las cosas importantes. Haces caso omiso de nuestras intenciones y te ríes y me río y me ahogo en el vaso.

Llego al portal y no me esperas, ¿qué haces? ¿Me quedo aquí sentada eternamente esperando a que des una señal? Capitanes cobardes, así somos.
Y tu magia me hace demasiado efecto y sigo con el as escondido por si un día decides soltar todo aquello que está bajo llave.

Pero no te preocupes, los dos sabemos el final de la historia y, ciertamente, es como el principio. 

lunes, 23 de julio de 2012

F.

De felicidad. Sólo ves una meta final, aunque esté borrosa. Aunque el camino tenga bifurcaciones. Allí está, lo que quieres. Ahí lo tienes. No corras, simplemente... disfruta.
El sabor agridulce forma para ti de, ¿y qué? ¿No consiste en eso? Tener lo agrio para disfrutar lo dulce. La balanza siempre se decanta por lo bueno (o al menos eso defiendo yo). Podría contar que es el final de una parte de mi vida, una puerta cerrada o podría contar que es el principio de otra parte de mi vida. Sí, el principio. Me gustan más los comienzos, los principi...tos. Olvidemos los finales, olvidemos lo que quedó atrás.

miércoles, 18 de julio de 2012

Hotel California.

No recordaba que existiesen las noches eternas, las noches sinfín. Ni la sensación de una mano rozando otra más pequeña.
Aquella noche fue inolvidable. 'I will remeber tonight. I promise you.' Hay frases que se nos clavan en la piel, repentinamente. No olvidas una mirada, aunque dure poco. No me preguntéis por qué; simplemente, hay personas que se quedan una noche y parece que llevan una eternidad con nosotros. Es tal la conexión que creemos llevar así toda una vida. Dos cuerpos se tocan, dos alambres se enganchan, dos personas se miran, dos imanes se unen y... todo ha cambiado.
Me agarra, me saca a bailar, le salpico con el agua del mar, las estrellas brillan y me coge. Me suelta, me da una vuelta, me vuelve a besar. 'You are very sweet.' 'Oh, thanks.' Y se ríe. Joder, qué sonrisa.
Y me pregunta por qué llevo esas pulseras, cada una su historia, su vida, su cuento. Nunca me preguntan eso, siempre pregunto yo. Una es suya, porque sí... ¿y por qué no?
La orilla se guardó nuestras huellas y el mar lo recuerda todo. Nos ahogamos con cervezas y nos quisimos durante un momento. Nos quisimos, del verbo querer. Demasiado tiempo sin querer a nadie. 
Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Y por eso se fue, me fui. Por una vez no me fui sólo yo o sólo él. Los dos, por separado pero ¿qué más da? Seguíamos siendo dos.  Y lo bueno dura poco, lo bueno siempre deja un perfecto sabor de boca, lo bueno nunca dura mucho porque entonces... dejaría de serlo.

Donde la arena nos envolvió.















Todo comienza con días azules.

sábado, 7 de julio de 2012

Si puedo escapar es con la mente.

De qué me sirve salir de esta inmensa ciudad si de quien pretendo huir seguirá dentro de mí y eras tú. Y eres tú.
Últimamente apareces de forma continua en las conversaciones. Mi mirada se pierde y nunca sé si decir algo, si reír o callar. Me preguntan por tu vida, ¿por qué me preguntan a mí? Como si yo supiese quién está en tu cama, quién sale de ella o quién baila contigo en las noches de Luna llena.

Mi colchón se queja, las estrellas no brillan, el satélite sigue en su rincón, mi bandera está intacta. Los eclipses están llorando. Estos meses eran nuestros pero preferí cambiarte por el vaso de ron, siempre hago lo mismo. Descuida, lo llevo haciendo varios años desde que no estás.
Siento que te debo la vida, que no tengo derecho a entregar todo lo que tengo dentro, siento que tengo que regalarte todo lo mío y más. Tengo que llevarte hasta el infinito elevado al infinito, tengo que enseñarte esos universos paralelos y... raptarte. Tu orgullo no te deja verme, crees que caerás. ¿Cómo vas a caer? Si aquí estoy yo. Siempre me he tirado al suelo antes que tú, no lo niegues. No niegues las evidencias. No seas tan yo. Mi adición a ti me está pasando una mala jugada por no hablar de las noches en las que me ahogo en alcohol, cada vez aumentan un poco. Te toca tirar. Pienso que juntos podemos, ¿qué hacemos aquí? La noche eterna un día terminará y tú estarás con alguien que nunca sabrá que yo existí. O mejor dicho: que nunca sabrá que existo. Porque ¿a quién intentas engañar? ¿A mí? Estoy dentro de ti, estoy tan dentro de ti que he llegado a anularte, a desesperarte. Pero, joder, has jugado bien tu papel, lo estás haciendo bien. Sabemos de quién has aprendido y me alegro. Al menos el cinismo y el nihilismo has sabido utilizarlos.

Hemos cambiado los roles, ahora te tengo miedo. No sé actuar, no sé qué decir, ni siquiera sé pronunciar dos palabras sin tartamudear o quedarme callada.
Y dejándome de orgullos, estupideces y bobadas: te necesito.
Un día me iré, me iré de verdad. No sé si me ves del todo capaz. 

martes, 3 de julio de 2012

Que no se vuelva a ir.

Él te decía que tenías unos profundos ojos, parecida a Keira Knightley. Yo también lo creo y siento orgullo por ello. Y no porque te parezcas a ella, si no porque tienes una mirada profunda; de las que ya no quedan.
Cada día eres mejor y es algo que admiro. Te admiro, supongo que las pequeñas siempre idolatramos a las mayores; siempre quise ser como tú aunque, poco a poco, me alejo. Inevitablemente, lo juro. Me das pánico, respeto y me impones. Odio esas sensaciones pero has jugado demasiado bien tu rol.
Me alegra volver a tenerte por aquí, te he echado de menos este año.

Lisboa, 2011. (mucho más que súper)Hermanas.
Feliz cumpleaños.

miércoles, 27 de junio de 2012

Con cariño, que os den.

No sabéis hasta qué punto siento indiferencia por todo aquello que me rodea, por todas las personas, por vuestros problemas, por los míos y por todas esas palabras que soltamos sin sentido.

Es triste, pero cierto. Entre todos, poco a poco, conseguís que todo (absolutamente todo) me dé exactamente lo mismo.
Insuperable, insoportable. 

Souvenirs.

Mucho ruido. La locura ha vuelto, los días soleados, las siestas en el sofá en compañía, las noches rodeada de paredes verdes, los paseos a las ocho de la tarde, las comidas sin soledades ni miedos, la televisión encendida, la música a todo volumen, ruido, ruido, ruido, ruido. Ahí estamos; los de siempre, los de entonces, los de antes.

La puerta se abre cada noche, entra él y me besa. Luego entra ella, se sienta en la cama y me cuenta historias, me hace preguntas y termina con un 'hasta mañana'. Así cada noche, ¿no es la mejor rutina?
Y por las mañanas nos gritamos, nos insultamos y nos abrazamos después con el pensamiento. Tiradas en las habitaciones, discutiendo, compartiendo historias, estupideces. 
Así somos, y creo que es lo mejor que me ha pasado. 
La suerte de mi vida. 

jueves, 21 de junio de 2012

Donde sea.

Han visto la foto y me han preguntado "La que está detrás, en el banco, es tu abuela ¿verdad?" Inevitablemente, he llorado. Con frialdad, he afirmado "Sí, es ella." Siempre actuando como si no pasara nada, te echo de menos. "Qué recuerdos, cuántos años..." Me han contestado.

¿Sabéis? No tenéis ni puta idea de cuántos recuerdos hay. Hay tantos que, a veces, vienen de golpe y no soy capaz de ordenarlos y me agobio y me entra el pánico y comienzan a desvanecerse.

miércoles, 20 de junio de 2012

Y todo pasó ayer.

Hace dos años, parece que fue ayer, cuando éramos reyes. Cuando pisteábamos a la vida. Cuando las diferencias encajaban como piezas en un puzle.

Allí estábamos, ese 19 de junio. Deseando los días de verano, los días raros, el cambio de rutina. Allí estábamos, sentados en gigantes escalones de mármol. Rodeados de celebridades como Murillo. Allí estábamos, con la melodía de las campanadas de La Giralda de fondo. Estrellas, poca luz, noche abierta.
Un vestido corto, blanco, con flores azules. Quizás un tanto vergonzosa, feliz. ¿Quién no iba a serlo? Faltaba algo, tú lo escondías. Lo sabía, me hice la sorprendida. Me sorprende lo bien que pude llegar a conocerte, como si llevásemos toda la vida allí sentados. Donde solíamos gritar. Y lo hice, y no preguntabas. Eras feliz, no querías nada más. ¿Por qué?

Y, aleatoriamente, comienzan los primeros acordes de 'Contigo'. Quizás coincidencia, quizás una señal, quizás sólo sea una estupidez.
Estaba incompleta, por eso no lo entiendo. Todo me daba vértigo, vivir en tus caderas. Los atascos de cada día para llegar a ti. Mi prisa por llegar, tu lentitud para irte. Pero lo conseguiste, enhorabuena.
Y ahora sólo sabes cruzar cuatro frases patéticas conmigo. ¿Qué te pasa? Deja de jugar. Cuéntame todo lo que te callas, déjate de sinsentidos.
Ni siquiera tienes cojones para preguntar qué tal estoy, si he encontrado a alguien, si mi vida está resulta, si sigo siendo la chica de la canción, si pienso volver, si lo que sea.
Y ya no puedo coserme, reinvetarme, ni quererme. Ha sido todo tan raro, sucedió todo tan fuerte. 
Sálvame. Ven y sálvame. Aparece y sálvame. Venga, ¡joder! No puedo, no puedo sin ti.
Se quedó grabado a hierro en las yemas de mis dedos, protegiéndome del roce del contacto con tu cuerpo.  
Aparece en diciembre, el mes en el que se cruzaron las corrientes, cena para dos. Cartas sin remitente, banderas piratas, camisetas azules, azules.
Y lo que nos unió aquel caluroso 19 de junio. Se deterioró, se rompió cuando nosotros nos partimos. Cuando nuestras mitades decidieron dividirse. Se separaron las iniciales. Quizás coincidencia, quizás una señal, quizás sólo sea una estupidez. 
Y duele todo tanto, todo.  

lunes, 18 de junio de 2012

"Porque son las mitades las que te parten por la mitad."

Te parto por la mitad, desaparezco, nos cruzamos, nos sonreímos, te intento coser, te alejas, me partes por la mitad. Nos vamos.
Infinitamente humano, esencial, primordial, diferente.

No me escuchas cuando te digo cada noche que te voy a salvar, a cuidar. Pero tú a mí no me salves, sigo necesitando la soledad diaria, sigo sin saber dar todo lo que llevo dentro.
Nunca voy a la ciudad, todas las esquinas tienen tu rastro. Está todo un poco más triste, las luces más oscuras, la Luna se esconde a menudo.

La inspiración, parece ser que también se esfuma. Eso me dijeron de nosotros, "el amor se gasta de tanto usarlo." ¿Tú lo creías? Yo sí. No soportaba creer en tantas cosas, ahora no queda nada. No creo que se gaste, tampoco creo que esté por algún lado revoloteando.
Mi última bobada fue ponerme la falda más bonita y arrojarte. Despedirme. ¿Por qué lo hicimos? Odiábamos las despedidas, te arrastré conmigo pero alejándote de mí. Paradojas. Creíamos en algo que no veíamos pero que vivíamos.

¿Cómo estás? Buscando las novedades que no te llamaban la atención. Yo me he cansado. "Tuviste suerte, en realidad no vas a encontrar a nadie así." ¿Te puedes creer las cosas que me dicen? Los ojos, a veces (y ya sabes, muy pocas veces) se me humedecen. "Te jodes", te gustaría decirme. "Los dos", en realidad. Somos dos, o todo o nada. Lo tomas o lo dejas. Y no, no hace falta que respondas; sé lo que piensas.
Me has dejado una quemadura. No quiero no vivir la vida que nos espera. No quiero levantarme cada mañana y no hablar de ti con la persona que amanezca conmigo. No quiero pasar años sin nombrarte.
Sólo quiero recuperar los retales que dejamos aquel año, recoger los recuerdos que quedaron esparcidos.
Sé que piensas en mí, que aparezco cada noche que no puedes dormir, cada canción que escuchas lleva mis iniciales. Y sabes que es recíproco y mutuo.

Las cosas no han terminado, las cosas van a cambiar. Todo será diferente. Llegarás, nos cruzaremos y comenzará aquello que dejamos a la mitad.
Porque son las mitades las que te parten por la mitad. No lo sabía, ni sé acerca de los pedazos que quedan en medio. Los pedazos sangrientos de ti y de mí.
Y, rectifico, la última bobada no fue elegir la falda más bonita; llevo haciendo bobadas desde entonces. Encontrando mi sitio, huyendo, corriendo, he vuelto. Y tú, tú fuiste mi primera bobada y, si hace falta, cambiaré la rotación de la Tierra para que seas mi última puta bobada.
Que antes de rendirnos fuimos eternos.









domingo, 10 de junio de 2012

'Entré en el bar y entré en tu vida'

Diez de junio y no tan solo. Las calles frías pero hablo contigo. Jugamos a mojarnos con pistolas, me das una canica pero yo quiero la tuya.
'¿Te quieres casar conmigo?', me preguntabas. Como si me estuvieras preguntando la hora o si iba a llover. Con seguridad en tus palabras, en el ambiente. Y así eras conmigo. Y sabías la respuesta antes que yo. No te lo decía, pero me gustabas. Podrías pensar que es evidente y que algunas evidencias siempre las omitimos. Me gustabas mucho. Como al verano le gusta el sol. No sólo te quería o te odiaba, no. Me gustabas, me atraías, me hacías enloquecer, reír y gritar.  Mi mundo daba vueltas y mis noches no paraban de brillar con cada 'buenas noches'. Siempre tenía un nudo en el estómago, o mariposas, o pájaros, o yo qué sé qué coño tenía allí dentro. Me ponías nerviosa cada vez que te tocabas el pelo, me ponías nerviosa cada vez que me vacilabas y no tenía qué contestarte. Me ponías nerviosa cuando me hacías un corte de manga tan tranquilo. Pero qué estúpido. No hacía falta más, nada más. Dos locos que se encontraron. Dios los cría y ellos se juntan, supongo.
Noches en la playa. La primera noche la Luna decidió desaparecer para que pudiésemos contemplar la Vía Láctea. Me gusta saber que el universo sólo lo he compartido contigo. Las estrellas parecían más cercanas de lo habitual. Tenías miedo. Nunca te pregunté por qué, al igual que tú nunca me preguntabas por quién gritaba.  Y aquella noche no lloraste porque estabas pegado a mí. Pero hubieses llorado por ella, lo sé. Me hablabas del pánico que te entraba al pensar en los agujeros negros, 'yo no volvería al pasado' decías. ¿Y ahora? Yo te dije que tampoco volvería pero cambiaron demasiado las cosas en pocos meses. A ti te alejé y ella se marchó. Volvería a las noches de verano sin ni siquiera pensarlo dos veces. Contigo.
Nunca me hablaste de ella. Sé que no lo hablabas con nadie, pero éramos nosotros. Te quise preguntar cada día y cada noche pero no sabía exactamente qué palabras utilizar. Siempre he querido saber cómo era... aunque me la imagino guapa, perfecta, simpática. Me la imagino como tu silencio me deja que me la imagine. Aunque conociéndote a ti, probablemente fuese una de las personas más increíbles. Lo siento. Me callé tantas cosas... Siempre lo sentí, incluso cuando no te quería. Incluso cuando no te conocía.
Y aquel mes gris, apareció. El día que murió, decidiste hablarme de ella. Siempre he creído que has pensado que las dos están por allí arriba y por eso la nombraste. Para hacerme sentir tranquilidad y paz. Te juré que te acompañaría el día que estuvieses seguro, sigo manteniendo mi promesa. Quizás la única, disculpa.

Y de vez en cuando coges los álbumes de fotos y empiezas a echarla de menos. Te imagino callado, sentado en la cama y mirándola. Mirándola y adorándola al igual que un niño de once años adora a su madre. Así eres tú. O al igual que una chica de diecisiete años adora a su abuela.
Conmigo aprendiste que las personas se van definitivamente. No sé por qué te hice pensar que no te quería. Qué estúpida. Lo hacías todo bien. Todo. No tenías ningún fallo. Incluso hoy, después de años, no encuentro ninguna imperfección, ninguna. Me preocupa. ¿Cómo podemos seguir viendo la perfección en alguien? Me vienes grande. Igual que me viene grande la vida contigo... ¿Y la vida sin ti? No quiero vivir una vida que no es la mía, que no es la nuestra. Detesto esa idea.
Pienso en la vida que voy a perderme. Hay tormentas que nunca pasan.
¿Te acuerdas del día en la playa? Me derretía. Y en tu casa, canciones en el aire suenan. Y en tu cama sonaba la música que hoy me asesina. 

viernes, 8 de junio de 2012

Hermética.

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, y esas maneras, y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.
Todos los finales de mi vida llevarán tu nombre pero no me llevarán a ti.
Todo aquello que haga en un futuro me recordará a ti. Cada vez que duerma en una cama ajena; cada vez que algo importante marque un antes y un después; cada nueva canción que se escriba; cada historia de amor contada o por inventar; cada 14; cada mes de Diciembre, Enero o Febrero; cada Luna llena; cada noche de fin de año; cada película; cada libro leído y sin leer; cada día que pase en el que no pase nada; cada botella que me termine; cada peta que me fume; cada colocón; cada noche eterna y cada día no vivido.
En cada acción estarás escondido y tú... y tú no estarás. Y decir que nunca más seremos dos es admitir una realidad y a nosotros nunca nos gustaron las realidades.
Nos conformábamos con subir a las nubes y tirarnos al río. Con pescar la Luna. Con huir de los agujeros negros. Con colgarnos de las estrellas. Con fundirnos en la playa.
Siempre pensé que éramos lo mejores, y me diréis 'todos pensamos lo mismo'. Pero no, esta vez era todo cierto.
Invencibles, invulnerables, insuperables, únicos, especiales, mágicos, inseparables, leales, imposibles, inmejorables... Nosotros.
Todo eso de que puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción. 

martes, 5 de junio de 2012

Y tus ojos me miraron y la luna se cayó del cielo.

Cuando queríamos romper ventanas... y lo hacíamos. Donde diablos estés. 
Nunca vimos el fin.  ¿Quién lo iba a ver? Supongo que las personas indestructibles creen que lo serán eternamente. Me conformo con pensar que nada muere, todo se transforma. Supongo que así me aferro a la idea de que, algún día, todo esto volverá a ser lo que fue. Qué estúpida. Y dime, si nada es para siempre ¿por qué las personas sí se van para siempre? Esa pequeña reflexión me llega a la conclusión de que quizás algunas cosas buenas sí sean para siempre, ¿por qué no? Nada está escrito. Si elegimos bien, tal vez (y sólo tal vez), existan historias que duren de forma eterna. Así tú y yo podremos ser eternos, aunque ya seamos vulnerables. Me gustaba cuando no lo éramos. Cuando nada nos afectaba, 'me da igual' decíamos. Ni siquiera sé si era de verdad. Te hubiese preguntado tantas cosas cada día que te tuve. Tantas cosas... Preguntas que ya ni siquiera recuerdo.

Volveré.

viernes, 1 de junio de 2012

Principios y finales.

Quizás todo sea más claro, poco a poco me encuentro. Los caminos vuelve a bifurcarse, será ley de vida. Empezar de cero, como tantas veces. Me gusta empezar de cero y lo detesto a la vez. El bicho raro de todos aquellos lugares a los que voy. No me gustan las personas nuevas, sólo las que han estado allí siempre. No quiero sustituir ni que me sustituyan... pero lo harán y lo haré. Siempre se me ha dado muy bien cambiar de vidas pero nunca olvido a nadie. Ni a los importantes ni a los que no lo son.

Intentaba autoengañarme y al final perdí los trocitos que me formaban. ¿Existe sensación más horrible que ser lo que no eres? Engañar a todo aquel que se acerca sólo para que no te rompa.

La voy a echar de menos. Todos los días de mi vida desde que me vaya. La voy a echar de menos por cada ciudad que pise y cada día del año. Su ropa, su perfume, sus tonterías, sus gritos, sus quejas y sus amores perdidos. Cada vez que me hable de encontrar el amor, de la filosofía barata de la vida o del sueño de su historia. Cada vez que suenen los Arctic Monkeys aparecerás en mi cabeza, como un flash, repentinamente.

Las noches en vela hablando de todas aquellas cosas que queremos ser, sentir que estamos perdidas pero nunca admitirlo en voz alta, saber que nos vamos a echar de menos y que nos vamos a necesitar pero nunca aceptarlo. Preguntarnos sobre el destino, las señales o las casualidades.
Nos encontraremos, sería imposible no encontrar a alguien como tú.

Nuestros trocitos de rock&roll siempre quedarán esparcidos por la ciudad. 

lunes, 28 de mayo de 2012

Hamor.

Os juro que tengo tanto que dar dentro de mí que un día explotaré y se perderá todo.

domingo, 27 de mayo de 2012

Desayuno con diamantes.

¿Puedes decirme en qué momento cambió todo? ¿Por qué dejamos de mirarnos a la cara? ¿De contarnos verdades? ¿Qué día dejamos de ser un equilibrio para convertirnos en personas autosuficientes?
Un día las palabras dejaron de importar y comenzamos a olvidar los actos. El río se llevó la llave de aquel candado que, probablemente, esté oxidado. Pero, ¿qué más da?
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
 ¿Y quién sí? Si cada vez que viene un huracán cambiamos por completo, nos tambaleamos, caemos, nos desvanecemos. Y sí, aquí seguimos. Los más fuertes, sobreviven los mejores... o eso nos han querido contar.

Y te diré que no me da miedo crecer; francamente, me da miedo crecer sin ti. Sin vosotros. Y no sé exactamente a qué me refiero cuando hablo de 'vosotros'.  Aún así, llevo años creciendo sola o, al menos, sin ti.

¿Por qué nos enseñan que tenemos que creer en aquello que deseamos? ¿Para aferrarnos? Como si hubiese un Dios ahí arriba que nos cuidase o un genio que nos concediese todo lo que necesitamos. Perdón, 'necesitamos'.

24 de junio de 2010. Pide dos deseos. Una hoguera, una luna, noche abierta y, sin saberlo entonces, eterna. 'Que dure siempre'. ¿Qué queríamos que durase siempre? ¿Nuestro momento, nuestra vida, nosotros?
Y no hablo de ti y de mí, hablo de nosotros. De nuestras vidas, nuestras etapas, nuestras historias, nuestros viajes, nuestras fotos y todo aquello que se ha quedado atrás. 'Quiero volver'. Os reiréis.
Sigo tratando de aceptar que me falta el ruido.
Creo que aquel mes negro de Septiembre me perdí, me evaporé entre la gente, desaparecí. Huí. Huí de todos, de todo. Ni siquiera sé quién soy desde entonces y han pasado dos años. ¿Sabes qué es vivir durante dos años sin saber quién eres exactamente? Echando de menos todo aquello que no aproveché y martirizándome por no abrir una puta puerta que ya está cerrada para siempre. Me han dicho que los humanos somos cobardes por naturaleza pero yo no lo creo. No todos los somos. Algunos son héroes y, de verdad, conozco a alguno.

Septiembre. Se me eriza la piel cada vez que pienso en las nubes negras. ¿Cómo puede ponerse el cielo negro? Literalmente, me refiero. Sé que no lo recordáis, pero yo nunca lo olvidaré. Aquella tarde el cielo lloraba, como si se hubiese llevado a uno de esos héroes de los que hablaba antes. Os juro que aquel día el cielo no era azul. Era horrible. Tengo la imagen clavada en mi mente, congelada. ¿Por qué un día de verano llora el cielo? Era enfado, lo sé. Lo notaba. Y fue espantoso. Hay días que desearía no haber vivido.

Necesito recordar quién soy sin olvidar todo lo demás. Estoy perdida.
¿Sabes lo que te pasa? No tienes valor. Tienes miedo. Miedo de enfrentarte contigo misma y decir 'está bien'. La vida es una realidad, porque las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad. Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno nena, ya está en una jaula, tú misma te la has construido. Y en ella seguirás vayas a donde vayas. Porque no importa dónde huyas, siempre acabarás tropezando contigo misma. 

sábado, 26 de mayo de 2012

Remember who you are.

Pensar que estoy más vacía que la copa que me bebí aquella noche, cuando todo estaba negro y los aviones se alejaban de la tierra. Me he perdido y ni siquiera ha sido en tu universo infinito. Me he perdido a mí misma, mi identidad. ¿Quién soy?
'Recuerda quién eres'. 
¿Cómo recuerdo algo que ya no está? Si te acercas a mí te congelo, ¿por qué? ¿Por qué me fui? Iglú de primavera, allí me quedaré. 'La mujer de hielo' me decía. Estúpido. Llevaba razón. Huyo y los demás se alejan, desaparecen. Quizás a nadie le gusta tocar frío, quizás a nadie le gusta sentir que no hay nada en las venas. Nadie sabe quién soy, ¿quién querría saberlo? Si tan sólo conociesen el cincuenta por ciento de mí con mirarme a los ojos, entonces, no volverían. ¿Quién quiere coger una mano que no siente? ¿Quién elegiría compartir vida con alguien que tiende a desaparecer? Lo dejaría todo, todo por mí. Confianza, conseguís que esa palabra no signifique nada. Y dime, ¿no es triste? Saber que no existe otra persona que te haga ser tú misma. O peor, que existe pero la arrojaste a otro lado.
'Como cuando éramos eternos e invulnerables'.
Siempre termino hablando de ti. Supongo  que eres la única persona que conseguía que todo fuese real y auténtico, todo. Incluso las historias que nos inventábamos que hablaban de los agujeros negros del espacio. 'No volvería la pasado', decíamos. Nos daba miedo. ¿Y ahora? ¿Volverías ahora? Porque yo me tiraría a uno de esos agujeros negros para volver a nuestro pasado.

No me quiero perder, por favor.

jueves, 24 de mayo de 2012

Mi identidad.

No te he olvidado, simplemente me he alejado de los pensamientos que me atormentan cada noche. Pero todas las noches te observo, en esa foto vieja. Apareces al fondo, sentada en aquel banco que ya no recuerdo muy bien dónde está. Y, sinceramente, lo prefiero. Es horrible pisar aquellos lugares donde nos hacíamos felices recíprocamente. No te nombro, me da miedo. Me da pánico admitir en voz alta algo que ni siquiera mi mente ha aceptado todavía.
'Alguien me dijo alguna vez que los grandes del pasado están ahí arriba, observándonos.'  
Películas, canciones, libros. Es como si nunca te hubieses ido, es como si pasasen los años y siempre estuvieses dando vueltas por aquí. Creo que lo estás. Supongo que creer en ti es lo único que me queda. Lo único que nos queda. No te haces una mínima idea de cómo te echo de menos, ni cuánto me arrepiento.

Cuídate, donde quiera que estés.
Azul. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Donde diablos estés.

¿Dónde han quedado las noches eternas? ¿Y los cristales de todas las ventanas que rompimos a las tres de la mañana cuando no queríamos soñar el uno con el otro sino fundirnos? Se quedaron en los días no vividos, esos que no existen. Los días que se perdieron entre las calles, que se quedaron colgados de las parabólicas de los rascacielos que no nos llegaban ni a las rodillas. Las rodillas que temblaban todas las noches cuando bajábamos las persianas. Sé que no lo recuerdas, yo a veces tampoco. He pensado en quemar tus fotos, mis cartas, tu olor, mi bandera, tu cama, mi colchón. Cambiamos los papeles, ahora tú estás fuera y yo perdida. Dime, ¿no te sientes más fuerte? ¿Más irrompible? Siempre he pensado que tenías magia, que brillabas sin mi ayuda, que nunca caerías. Míranos. Únicos. ¿Cuántos soñaron con ese adjetivo? Y sólo nosotros llegamos hasta el final, o quizás no. Quizás sólo ha sido un bache del tamaño de la Luna. Quizás los cráteres nos hicieron una mala pasada. 'Tú me conviertes en gigante' o lo hacías. Soy frágil, creo que voy a empezar a romperme. 

Y me preguntan por ti, sí, otra vez. ¡Todo el día con tu nombre en sus bocas! Y yo recuerdo todo lo que no ha sucedido y recuerdo los viajes que nunca hicimos y recuerdo las huellas que nunca dejamos. Bueno, menos las marcas de mi piel, esas siguen ahí. Invisibles, por supuesto. Pero ahí están, intactas, como si los años no nos hubiese pisoteado, como si nadie nos hubiese tocado, como si la vida hubiese decidido pararse. ¡Qué cosas! Hasta un reloj parado acertó más que yo. Aunque, ¿quién no hubiese elegido mejor que yo? 'Te odio, porque siempre sigues ahí', pensarás. ¿Cómo no voy a estar para ti? Que se quedan tus rizos dibujados en la almohada. Y hasta que yo no cambie esto seguirá siendo ciencia ficción. Y, ya sabes, no pienso cambiar. ¿Qué sería de mí sin mi frialdad? ¿Sin mi distancia? ¿Sin mi coraza? ¿Qué sería de mí si te lo vuelvo a entregar todo? Me voy a ahogar. Effy se volvió loca con Freddy, se lo entregó todo y se convirtió en una persona vulnerable, frágil, débil.  No puedo dártelo todo, 'nobody breaks my heart'. Ni siquiera tú.

Y me volverás a odiar, y me gritarás, y huirás y me quedaré parada. Y nunca jugaremos a ver quién es más capaz porque cada día seré más fuerte y más cínica y no podremos sepultarnos bajo el cemento. Y volveré a quererte como jamás nadie te querrá y entonces... me iré. Me iré porque me aterra estar atada durante el resto de mi vida a ti, me iré porque el 'para siempre' se termina convirtiendo en 'casi' y llega hasta 'nada', me iré porque no podré bajarte la Luna y ella no querrá bajar a por nosotros.

Y... y siempre estaré para ti. Y lo sabrás y te acordarás de mí. Y te querré, te querré durante toda mi puta vida. Aunque me ponga un ridículo vestido blanco dentro de menos de veinte años, aunque haga un millón de veces el amor en París, Venecia, Londres o Nueva York y no sea contigo, aunque otra persona me lleve al satélite que quería para nuestras manos, aunque me regalen días en el parque o domingos astrománticos,  aunque me atormenten las dudas, aunque te escuche todos los días a las diez menos cuarto, aunque entre en todos los fotomatones de todas las ciudades, aunque busque todos los taxis de todas las ciudades para comprobar si sigues dentro esperándome, aunque vayas de la mano de la felicidad, aunque otra persona me lleve al baile, aunque no tenga tus caricias en mi espalda, aunque lo que sea. Te voy a querer durante toda mi puta vida, te voy a recordar todos los días y te voy a echar de menos en cada cosa que haga. Y voy a soñar con nuestro momento inventado y entonces, justo ahí, reaparecerán esas noches eternas y volverán los días no vividos. 





"Así que cada uno siguió el camino que le correspondía, y no hay nada más que decir. Hoy iré tarde a dormir. Te informo. Me imagino que mañana te levantarás temprano."