"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

viernes, 17 de abril de 2015

Urgencias

Menos mal que la música me salva. 
Creo que de momento me da miedo que estés en mi piel, por si te terminas perdiendo y no lo soporto. 
Está bien, así. 
Te lo prometo. 
Si nunca dijimos que fuésemos a estar y a ser mientras crecíamos y tú ya has crecido mucho. Has crecido tanto que no te acuerdas de que yo todavía necesito un empujón. Un empujón de los grandes. Yo tampoco entiendo por qué te estás yendo. Y digo tampoco porque doy por supuesto que tú también te has dado cuenta, que también lo sientes. Lo sienten hasta en China. 
De verdad, no pasa nada. 
El chicle siempre se estira, se hace fino y raras veces se rompe sin querer. Casi siempre hay que partirlo. Así que no me preocupo. A veces llega alguien que decide volver a unir los dos extremos, ya está. Es fácil. Es todo voluntario. Voluntario, es tanto bueno como malo. La parte positiva y la parte negativa. Lo positivo es que está en nuestras manos. Lo negativo es exactamente lo mismo. Porque seguimos aquí y no avanzamos, y no te acercas. Sólo te limitas a pedirme ayuda, a hacerme una pregunta al día y a que no haya nada más hasta el día siguiente. Y te entiendo. No tienes tiempo, son muchas cosas que tienen que ir hacia delante. Demasiadas. Entre ellas estoy yo. Así que, supongo, gracias. 
Parece que siempre es el mismo día. 
Como si todo se repitiese. 
No te pienso para no echarte de menos. Para no sentir que ya no estás. Para no desear que vuelvas a estarlo. Aquí, conmigo, a los pies de la cama. O sentado, sin moverte, cerca de mí. Tan cerca que sienta que te vas a quedar y que no te hace falta nada más. Pero te hacen falta tantas cosas. Tantas. Ojalá supieras que a veces lo urgente no deja tiempo para lo importante. Y que te estás dedicando a lo urgente y que lo importante lo estás borrando. Pero yo no lo entiendo. Yo no entiendo lo que haces. Y sé que lo haces bien, tú todo lo haces bien, pero aún me queda un empujón para crecer y entenderlo. 

Aún no ha llegado el momento.