"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

jueves, 18 de mayo de 2017

Lettre 18/V

"En realidad siempre he creído que tenerle cerca sólo sería la representación de todas las cosas que no quiso decir.
Aparecer de repente fue el cúmulo de momentos que lo llevaron hasta mí y sentir sus nervios sería una mezcla entre todo lo que quiero escuchar y todo lo que decimos de más. Me he querido inventar historias inimaginables para que me leyese cada noche y sintiera que hay alguien como él. Lejos de aquí, sin la necesidad de necesitarlo pero con las ganas de como quien juega por primera vez. Porque podemos llegar a fingir que sería la primera vez. 
Y ya siento el beso en la cabeza y sus dedos sutiles  y mis manos en su pelo hundiéndose, y su voz intentando gritar todo lo que pensó hasta ese momento. 
Soñé con todas las películas que me iba a enseñar, con todos los libros que le iba a leer. Porque quiero llegar hasta ahí, quedarme y compartir lo que hay dentro del agujero del pecho que está reservado para sus manos.
Cómo me bloquean sus palabras, el hechizo, el pánico. Cómo me tiemblan los huesos cada vez que lo imagino aquí.
Es real. Eres real.
Me quedé ahí, mirando. Simplemente me quedé ahí, delante de él, del sol abrasador. Me quedé pensando cuándo sería la próxima vez que volvería a tenerle delante. Sólo podía echar raíces. Crecer sin alejarme lo suficiente, aprender todo lo que guarda. Aportar. 
Que yo no sé quién es, pero me da igual. 
Que  yo no sé quién eres pero quiero que estés aquí."