"Te había echado tanto de menos que la opción de separarme de ti no estaba entre las posibilidades. La opción de coger las tijeras y cortar todos los hilos por lo sano era impensable y descosernos poco a poco sin llegar a hacerlo del todo me resultaba, francamente, una buena idea para no acabar nunca. Para que el ciclo siguiese el mismo camino una y otra vez.
Y aunque llegar hasta aquí sin ti ha sido un golpe de suerte (paradojas incomprensibles), volver a casa sería recorrer una historia y revivir todas las escenas que conseguí olvidar de madrugada. Ir a dormir y no sentir una ausencia, como si un trozo de cielo se cayera sobre el pecho, dejando un hueco imborrable.
Porque pensaba que estar sin ti se iba a parecer demasiado a estar sin mí, como si las personas decidiéramos que tenemos una mitad que nos da media vida. Como si naciéramos para estar unidos a una persona a la que admiramos como a un dios eterno. Como si estar sin ti fuese contradictorio a volver a sentir cualquier tipo de emoción. Sin embargo, estar sin ti se ha parecido bastante a estar conmigo. De una pieza, sin bifurcaciones, sin miedos a sentir huecos por el cuerpo o un frío aterrador.
Y quería decirte, sin rencores ni olvidos prematuros, que ojalá nunca te arrepientas, que no hace falta que vuelvas y que todo pasó porque dejarlo para más adelante habría sido rompernos la vida un poco más. Te fuiste en el momento indicado y aunque llegué a sentir que había desaprendido a respirar cada vez que te alejabas, haberme ido de ti ha sido el típico golpe necesario de realidad.
No supimos permanecer ni cumplir lo prometido ni aguantar el tirón.
No supimos hacerlo mejor y, aún así, no lo hicimos del todo mal".
T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario