"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Nos·otros

No lo entiendo. Sigo sin entenderlo.

Cada noche, cada-noche, apago la luz y me pregunto por qué. Por qué a nosotros. Por qué a ti y, en consecuencia, a mí. Por qué hay efectos que rebotan en nosotros, como si nosotros no fuésemos nosotros. Como si los maremotos nos estuviesen hundiendo en nuestro propio territorio, en casa. Nuestra casa, nuestro hogar, nuestro todo. El todo es más que la suma de sus partes. Somos el conjunto, la unión. Por qué a nosotros. A ti, a mí. 

No me quiero acostumbrar. No quiero. Quiero lo de antes, lo de siempre. Lo que conocemos y queremos y nos gusta, no quiero otra cosa. No quiero esta rutina, la odio. La odio. Yo te quiero como siempre, como antes, hasta siempre. Hasta que tú quieras. Hasta que me dejes quererte. Si tú me dejas, yo sigo aquí. Porque es el mejor sitio donde podría estar. 

Es peor que derrumbar la Torre Eiffel. Es peor que acabar con la ciudad del amor. Es como acabar con el amor, directamente, personificado. Es la mayor injusticia del hombre. Como si la mayor angustia se acomodase en mi pecho y buscase allí su sitio y dejo que ocurra, porque ya se irá. Porque qué más da. Como si la vida hubiese dejado de ser lo que era: los viajes, las sábanas arrugadas, las manos en los bolsillos ajenos, las cervezas en otros bares, el coche por las noches, las buenas noches, los buenos días y otra vez los viajes. Lo que fue siempre. Lo que quisimos, lo que no queremos perder. 

A veces vuelvo a Ámsterdam, a Brujas, a Lieja, a Barcelona. Vuelvo a todos los sitios que nos han visto vivir. Vuelvo e intento quedarme, y me concentro tanto tanto tanto que te vuelvo a ver allí, conmigo. Muriéndonos de frío, viendo las calles congeladas, abrigándonos en la cama más incomoda del mundo y juntándonos para que no se cuele el hielo en la piel. 

Tienes que volver, por los dos. Por favor. Tienes que volver porque tengo los ojos hinchados y empiezan a escocer. Tienes que volver porque me tiemblan las piernas y está nevando por dentro. 

Todo siempre como antes. 

jueves, 12 de noviembre de 2015

Esto es lo que pasa cuando no puedo dormir

Léelo cuando puedas, tranquilamente.
Yo cuando estoy intranquila, pienso mucho en ti y respiro hondo. Pienso en ti porque con todas las personas que se han cruzado en mi vida durante todos los años, tú eres la única capaz de meterse en mi mente y conseguir llenarla de cosas buenas. Sólo tú consigues -incluso sin saberlo- tranquilizarme y hacerme sentir un poco mejor cuando siento lo peor. Te quiero por eso y por un millón de cosas más. 
U yo no quiero que seamos infelices porque te juro que yo siento dentro de mí que nosotros dos somos especiales y lo siento como jamás he sentido algo. Somos especiales y juntos somos totalmente indestructibles. Y lo sé, de verdad que lo sé. 
No quiero que juntos nos sintamos mal, no quiero que nos sintamos lejos porque nosotros no somos así. Nosotros somos diferentes, somos mejores que el resto y lo sabes de sobra. Lo sabes tan bien como yo y eso me encanta. Porque siento la conexión y con la conexión puedo sentir que estás siempre aquí. Siempre. A veces pienso que el siempre se queda corto para nosotros, nosotros somos demasiado. Somos como superhéroes que luchan juntos o algo así. Yo nos veo así y nos quiero mucho. Te quiero a ti y me quiero a mí  y nos quiero juntos.
Me haces mejor persona y no sabes hasta qué punto. 
Gracias a ti (y esto te lo digo muy en serio) nunca he sentido más frio ni me he sentido perdida. Una vez estaba tan perdida que creia que no existía nada en el mundo que valiese la pena. Estaba tan perdida que llegué a pensar que tu no existías. Y te conoci y dejó de haber frio y empecé a encontrarme y todo ha sido mejor (y está siendo mejor aunque ahora nos echemos tanto de menos). Pero echarnos de menos tiene solución.
Estando juntos todo tiene solución, incluso el hambre en el mundo. 
Juntos nos comemos el mundo.