"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

martes, 23 de abril de 2013

Espiral.

Como no puedo llamar a tu puerta y presentarme con un libro y una rosa roja de tallo infinito, me planto aquí. Por qué hoy y no ayer. Porque adoras los libros, porque a todos nos gustan las flores, porque no sólo me acuerdo de ti el 22 de abril y porque quiero, sin más excusas. 

Imagina que esto es parte de una historia escrita en papel donde se habla de abrazos sin finales, de caracoles, de huracanes que arrasan con todo (y más). Imagina que es un cuento que tienes entre tus manos y que esto sólo es una selección de todo lo que vendrá después (porque todavía queda mucho para terminarlo o quizás es interminable, ya me lo dirás). Así que, por favor, sueña con el timbre de tu puerta, con el olor de la rosa y con el tacto de los libros que cuentan historias eternas, de ésas que no queremos que terminen nunca por miedo a lo que vendrá después. 

Voy a ir a tu ventana a tirar fuegos artificiales con forma de espiral porque creo que hay muy pocos paisajes que te representan tan bien, tan real, tan tú. Y voy a llenar tu cielo azul de luces de colores, de letras esparcidas para crear las frases que no podemos decir (porque todo lo que no decimos es toda la verdad y quiero tus verdades). 

Dicen que las espirales son sucesiones crecientes de acontecimientos. Algo así eres tú. Eres todo lo que ha pasado y va a pasar, eres todos esos momentos que merecen la pena ser vividos, de menos a más hasta llegar al infinito y no poder volver a ser menos. Sí, algo así. 

Cuanta más historia hay, más me acerco. Como las hélices que giran y te enganchan y no puedes dejar de mirarlas y aunque apartes la mirada vuelves a observarla por si te pierdes algún movimiento. 

Hay tormentas que merecen la pena. 

domingo, 21 de abril de 2013

Heroínas.

Fuimos las mayores heroínas que la historia ha visto jamás. De esas heroínas que se vuelven eternas, que crean adicción entre ellas. Y fuimos las mejores. Aunque ya no lo seamos, lo fuimos. Y duele pero me quedo con eso. Pensar que un día conseguimos ser inalcanzables para el resto y con sólo una sonrisa hacíamos desaparecer todo lo que nos rodeaba para ser, simplemente, ser. No nos hacía falta nada que no estuviese dentro de nosotras. 

La historia de cómo pequeñas personas pasan a ser heroínas y vuelven a ser pequeñas personas. De cómo todo vuelve al punto inicial, como un círculo de cerrado. De cómo todo es una ironía en forma de capicúa. De cómo el centro del círculo siempre está a la misma distancia, siempre. Os lo aseguro, aquí voy a seguir. 

Me quedo con los donuts, los helados de colores, los abrazos en las fechas claves, los días de lluvia, la playa, la distancia convertida en cero y todo lo que contamos. Me quedo con la sensación de no haber dejado nada en el tintero, como si todo se hubiese completado y por eso hemos vuelto al principio. A veces todo es tan grande y está tan magnificado que es imposible dar más; como si existiese un tope o una línea de meta y cuando se alcanza... fin. O comienzo. Todavía no lo sé. 

¿Os acordáis de esa película donde aparecían unos héroes? Pues bien, algo así éramos nosotras. Unos héroes que un día, por casualidades de la vida, se separan. Y no, no es que la vida nos haga malas pasadas; simplemente todo viene y va. Los héroes de la película me enseñaron que nos teníamos que quedar con los días mágicos porque un día todo se desvanece y no hay nada que lo avise. Y sólo nos queda aferrarnos a los días mágicos, a lo que un día fue, a lo que no será y a lo que siempre quedará. Vosotras me manteníais con vida, como si no hiciese falta nada más. Todo resuelto. No olvidéis jamás los días con magia porque un día sólo nos quedará la imagen de todo lo que ocurrió. Y gracias a no-sé-muy-bien-qué ocurrió. 

A mí salvasteis durante mucho tiempo pero entonces no lo sabía. 

sábado, 13 de abril de 2013

domingo, 7 de abril de 2013

(In)completa.

Sí, nunca me lo había planteado de esta manera: no me falta una parte de mí, al revés, en mí la llevo a ella y a mí misma. Tengo como dos vidas en una. Como una cuenta pendiente, como una misión que cumplir. Tengo que cumplir su vida y la mía. Sentir que a ella (esté donde esté) no le falta nada. Tiene que tener la vida que se merece, aunque nunca le llegue pero tengo que vivirlo todo al 200% porque el 100% sólo sería una mitad y aquí las dos formamos la parte completa y como ella no está pues, bueno, tengo que llevar a cabo nuestras vidas en una sola.

Durante la eternidad he sentido que me faltaba algo, que estaba incompleta y que aunque pasasen dos eternidades más todo esto seguiría incompleto. Como si al nacer te arrancasen a la única persona que puede contactar contigo de manera especial. Y, aunque me pese, sigo pensándolo cuando busco por las calles perdidas y los bares de media noche a la persona que nunca ha aparecido. Y que, de alguna forma, nunca lo hará. Hasta que llega una de esas personas que te cambian la vida y te sueltan un "alguien como tú no puede estar incompleta. Precisamente estás más llena que cualquiera porque tú sola estás viviendo la vida de las dos" y, en fin, la historia termina con una de esas lágrimas que te cura el alma (inevitablemente).

Y al final todo se resume en eso. No falta una parte de mí, no soy un puzle sin pieza; al revés, soy un rompecabezas completo, sin huecos. Sin respiración entre las piezas. Todo terminado. No tengo que buscar la otra mitad porque lleva dentro de mí toda una vida. Simplemente tengo que cumplir una misión y sí, lo estoy haciendo lo mejor que puedo. Te lo prometo, pequeña.

lunes, 1 de abril de 2013

Como héroes de guerra.

No sé dibujar. No pretendo aprenderlo, ni siquiera tengo imaginación para plasmar todo lo que aparece en mi mente. 

Simplemente quería grabar un momento para convertirlo en eterno. Sólo quería dejar constancia de que realmente ocurrió, estuvimos ahí y fuimos así. Tengo los suficientes años como para saber que lo que se rompe no se puede recomponer y, en fin, creo que hay cosas que merecen durar para siempre y ser recordadas. Entiendo que esta vez no haya podido ser (como otras tantas) y, por ello, quiero que esta imagen llegue a la eternidad y sea indestructible. Inmortal. 


Nos creímos tan fuertes como héroes de guerra (y caímos).