"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

domingo, 21 de abril de 2013

Heroínas.

Fuimos las mayores heroínas que la historia ha visto jamás. De esas heroínas que se vuelven eternas, que crean adicción entre ellas. Y fuimos las mejores. Aunque ya no lo seamos, lo fuimos. Y duele pero me quedo con eso. Pensar que un día conseguimos ser inalcanzables para el resto y con sólo una sonrisa hacíamos desaparecer todo lo que nos rodeaba para ser, simplemente, ser. No nos hacía falta nada que no estuviese dentro de nosotras. 

La historia de cómo pequeñas personas pasan a ser heroínas y vuelven a ser pequeñas personas. De cómo todo vuelve al punto inicial, como un círculo de cerrado. De cómo todo es una ironía en forma de capicúa. De cómo el centro del círculo siempre está a la misma distancia, siempre. Os lo aseguro, aquí voy a seguir. 

Me quedo con los donuts, los helados de colores, los abrazos en las fechas claves, los días de lluvia, la playa, la distancia convertida en cero y todo lo que contamos. Me quedo con la sensación de no haber dejado nada en el tintero, como si todo se hubiese completado y por eso hemos vuelto al principio. A veces todo es tan grande y está tan magnificado que es imposible dar más; como si existiese un tope o una línea de meta y cuando se alcanza... fin. O comienzo. Todavía no lo sé. 

¿Os acordáis de esa película donde aparecían unos héroes? Pues bien, algo así éramos nosotras. Unos héroes que un día, por casualidades de la vida, se separan. Y no, no es que la vida nos haga malas pasadas; simplemente todo viene y va. Los héroes de la película me enseñaron que nos teníamos que quedar con los días mágicos porque un día todo se desvanece y no hay nada que lo avise. Y sólo nos queda aferrarnos a los días mágicos, a lo que un día fue, a lo que no será y a lo que siempre quedará. Vosotras me manteníais con vida, como si no hiciese falta nada más. Todo resuelto. No olvidéis jamás los días con magia porque un día sólo nos quedará la imagen de todo lo que ocurrió. Y gracias a no-sé-muy-bien-qué ocurrió. 

A mí salvasteis durante mucho tiempo pero entonces no lo sabía. 

1 comentario:

  1. Te quiero.
    Así, hoy así, sin más.
    (Podría contarte muchas cosas, pero ya las sabes.)

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