"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

domingo, 7 de abril de 2013

(In)completa.

Sí, nunca me lo había planteado de esta manera: no me falta una parte de mí, al revés, en mí la llevo a ella y a mí misma. Tengo como dos vidas en una. Como una cuenta pendiente, como una misión que cumplir. Tengo que cumplir su vida y la mía. Sentir que a ella (esté donde esté) no le falta nada. Tiene que tener la vida que se merece, aunque nunca le llegue pero tengo que vivirlo todo al 200% porque el 100% sólo sería una mitad y aquí las dos formamos la parte completa y como ella no está pues, bueno, tengo que llevar a cabo nuestras vidas en una sola.

Durante la eternidad he sentido que me faltaba algo, que estaba incompleta y que aunque pasasen dos eternidades más todo esto seguiría incompleto. Como si al nacer te arrancasen a la única persona que puede contactar contigo de manera especial. Y, aunque me pese, sigo pensándolo cuando busco por las calles perdidas y los bares de media noche a la persona que nunca ha aparecido. Y que, de alguna forma, nunca lo hará. Hasta que llega una de esas personas que te cambian la vida y te sueltan un "alguien como tú no puede estar incompleta. Precisamente estás más llena que cualquiera porque tú sola estás viviendo la vida de las dos" y, en fin, la historia termina con una de esas lágrimas que te cura el alma (inevitablemente).

Y al final todo se resume en eso. No falta una parte de mí, no soy un puzle sin pieza; al revés, soy un rompecabezas completo, sin huecos. Sin respiración entre las piezas. Todo terminado. No tengo que buscar la otra mitad porque lleva dentro de mí toda una vida. Simplemente tengo que cumplir una misión y sí, lo estoy haciendo lo mejor que puedo. Te lo prometo, pequeña.

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