"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

sábado, 4 de mayo de 2013

Carta sin catástrofes.

"Es curioso y tiene gracia. Resulta que esperarte durante años y buscar mi segunda oportunidad ha merecido la pena. Voy a tener que darte hasta las gracias, qué irónico. Resulta que la casualidad más grande ha llegado. Resulta que me tenía que ir de tu vida, para empezar de cero, para volver a desaparecer y para reaparecer aquí. He seguido señales que ni sabía que existían y el final era una puerta con su nombre y su inicial. Muerdo el agua por alguien y está bien. Está de puta madre. Al final todo llega cuando tiene que ocurrir y las personas llegan cuando te estás ahogando, he vuelto a perderme y me ha encontrado. Y me gusta, me gusta que me cure alguien que no sabía ni que existía. Bueno, sí que lo sabía pero ¿qué más dará eso ahora? Es y está, todo en uno. Y la historia se parece pero creo que la versión está mejorada. Al final huir no era huir, al final huir era encontrar el camino. Un sábado por la mañana estaba ahí, sin más. No termino de entender cómo ni tampoco por qué yo y mucho menos entiendo por qué él. Como si todo lo que buscas está en una persona, es extraño. Me alegra los días, con los ojos dormidos y el pelo despeinado. Y tus fantasmas se han ido y estaba buscando a la persona equivocada. Estaba esperando la casualidad más pequeña sin saber que venía la más grande. La gigante, la insuperable. Es perfecto, ¿sabes? Y me hace rabiar y no lo soporto y me enfado y cuando pasa un segundo no me cabe la sonrisa en la cara. Y me da pánico y miedo y terror y no sé qué más. Despacio para que no se quiebre todo esto, para que no se rompa. Muy despacio. Todo está frágil. Es un futuro genial. Todavía no soy capaz de creer que haya llegado la gran suerte, la suerte de las suertes. Ni que esté rondando por aquí todos los días, ni que las canciones me recuerden a él, ni siquiera me creo que se vaya a ir. Que sí, que se irá, lo sabemos todos pero me da igual y también sé que estoy acojonada pero no hay preocupación alguna. Merece tanto la pena que no sabría cómo explicártelo. No sé, no sé. No he podido buscar nada mejor porque probablemente no exista nadie mejor. A veces tengo la sensación de que lo he salvado de una especie de abismo del que quería salir y no podía o no sabía o me necesitaba. A mí. ¿Te imaginas que me necesita? No digo que me quiera o que yo le guste, no, no. Digo que me necesite. Que un día se despierte y se dé cuenta de que si no estoy yo, no es lo mismo. Y necesita tenerme cerca. Del verbo necesitar. ¿No es impresionante? Le voy a dar todo, hasta lo inexistente. Hasta quedarme sin respiración, hasta quedarme sin nada. Quiero que lo tenga todo. Me da igual. Me da igual pasarme las noches sin dormir y me da igual perder todos los autobuses. Es mi persona favorita."

1 comentario: