"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

martes, 28 de mayo de 2013

Máscaras.

Probablemente debería estar estudiando una de esas conjugaciones francesas que consiguen que la literatura y la lengua sea más bonita. Pero prefiero disponerme a escribir sobre todo el odio que estáis creando. Y por Dios, ni se os ocurra preguntarme que por qué todo esto o de quiénes hablo o lo que sea. Ni se os ocurra porque pienso ignorar vuestras palabras.

Mirad, os podéis callar la boca. Deberíais callaos porque no tenéis ni la más mínima idea de nada. Que vivís una vida de mentira y ni os enteráis y los que os enteráis hacéis como si todo fuese real, como si todo funcionase y sabéis perfectamente que cada vez que os vais a dormir os come la conciencia por dentro por la mentira y la falacia que habéis decidido vivir. Y me parece genial, me parece tan bien que me da exactamente lo mismo. 

Me da igual qué penséis y me dan igual vuestras historias pero, por favor, no hagáis como que os calláis todo cuando no tenéis ni puta idea de cómo ahorraros vuestros comentarios llenos de rencor. Que aquí la única persona que tiene derecho a tener rencor a alguien soy yo, así de claro. Me la suda que penséis que no y me la suda que os echéis encima. 

Sí, el papel de estúpida y de tonta me viene que ni pintado. Me viene tan bien que seguís ocultándome todo lo que creéis que no sé. Que hacerme la tonta todos los días me está sirviendo para ser un poco más lista y saber un poco más y estar al tanto de todo lo que se os pasa por la cabeza y, por supuesto, pensáis que no sé nada y que una mentira se oculta con otra mentira y así hasta el infinito. Y os lo repito: me parece perfecto, espléndido. De verdad que sí. De hecho, os doy mi enhorabuena.

Podéis seguir así. De hecho sé que seguiréis así, supongo que es más fácil. No lo sé. Es vuestra vida, no la mía. Yo no oculto historias que no existen con otras historias que jamás van a existir, ni miento a las personas imprescindibles, ni vivo en mi propio túnel. 

Pero de verdad, os digo una cosa y os lo juro por la persona más azul que conozco: rezad para que no hable. Rezad para que un día no os cuente todo lo que sé, para que un día no decida gritar todos vuestros secretos que os creéis sólo son vuestros. Rezad, os lo recomiendo. Que estáis ahí, sin moveros, pensando que todo esto ya explotó hace tiempo pero no tenéis ni puta idea de que aquí nada ha explotado, todavía. 

Sálvese quien pueda. 

1 comentario:

  1. No dejes nunca los venenos dentro, que envenenan.
    (Fíjate qué cosa tan tonta.)

    ResponderEliminar