"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

sábado, 18 de agosto de 2012

Un poco de Norte.


"Si te soy sincero, no me suele costar demasiado olvidar a las personas pero, lo cierto, es que no sé, contigo... Creo que no sería así. Tenemos demasiado en común y... No sé, no creo que precisamente tú me resultases fácil ni agradable de olvidar."
El rayo cae de repente sobre tu pecho, no avisa. Un poco traidor, quizás. Un día la noche y el día se mezclan y... fin. Te parte en dos. Hace poco una película me enseñó que son las mismas mitades las que te parten por la mitad. Un poco paradójica la vida en ciertas ocasiones, un tanto irónica y, por mucho que digan, con dos colores. Como tú me has enseñado, ni gamas ni abanicos: azul y rosa. Y el azul, en esta ocasión (aunque me pese), no soy yo. 
Hablando del rayo (azul, por cierto, qué casualidad). Este rayo era diferente (y no sólo por su color). El rayo era su mitad y por eso era capaz de partirla por la mitad. Porque son aquellas cosas que encajan con nosotros las que pueden rompernos en pedazos, pedazos que no recuperamos y que quedan esparcidos por el suelo. Como las gotas de lluvia cuando caen. 
Me contabas que él terminaba teniendo trazos rosas y ella garabatos azules. Se mezclaban, entrelazaban y más verbos conjugados en pretérito imperfecto con la misma finalidad. 
Libretas llenas de dibujos imperfectos inspirados en pensamientos perfectos. Cuadernos con frases tachadas y escritos de hamor, así con h; (algunos eran simplemente de amor, de ése que anda por ahí partiendo a las personas).
No sólo hablo de ti, de mí. No te preocupes, te dejo que te rías al leer tu nombre entre líneas. Hablo de la vida que no tuvimos por las malas elecciones involuntarias. De nuestras 'casualidades' y de todo aquello que está en tu mente. En la mía, o quién sabe, quizás tenemos una en común donde guardamos todo lo que necesitamos para ambos. Sí, para los dos. Vuelvo a hablar de nosotros, maldita sea. 
Negar las evidencias, así somos. Nos llaman tontos. ¡Tontos! ¿Tú te lo puedes creer? Yo creo que somos más listos que el hambre y que los tontos son ellos. Parece ser que les gustaría ver nuestras vidas destrozadas y que el 'nosotros' fuese dos pronombres personales sin sentido ninguno por separado. 
Negar estas evidencias nos separa de ellos y nos une a nosotros, negar lo innegable significa alargar aquello que tiene un pequeño futuro. 

Pero, qué diablos, ¿para qué intento explicaros algo que para vosotros no tiene explicación? ¡Nos gusta esto! Saber que nada puede terminar porque nada ha empezado, nada puede romperse porque no existe nada. ¡Somos bichos raros! No os empeñéis en que os cuente esta historia porque no existe. ¡No hay historia! ¡Es una anti-historia! (Así la define una pequeña y gran canción). "No recuerdo una anti-historia mejor, de contenido incierto." Y por esto, quizás, no lo quiero explicar. 

Es diferente, es raro, es otro universo. Es nuestro. Me he vuelto a contradecir. No puedo hablar de nosotros si admito rotundamente que no hay nada (y es cierto, no lo hay). Quizás es la palabra 'nosotros' la que no encaja con nosotros (contigo y conmigo, si así te gusta más). ¿No piensas tú lo mismo? Estoy pensando algo que lleve nuestra esencia. Es raro, me explico, para que algo lleve nuestra esencia tiene que ser extraño, fuera de lo normal, sin perfecciones y contradictorio (como nosotros, resumiendo). Entonces, verás, si tiene que ser (en parte) contradictorio; el término nosotros quedaría correctamente, ¿no? Porque es una contradicción y, de alguna forma, en esto consiste. Qué estupidez, dejaré de pensar una palabra para todas estas frases con destinatario fijo pero ausente. Una palabra que abarca todo lo que eres y todo lo que soy. Lo que somos (por enésima vez). 

Ten una cosa clara: pienso repetírtelo hasta la saciedad. Hasta que todo esto no dé para más. Hasta que Canadá quede lejos y París se haya dividido. ¡NO-SO-TROS! El azul y el rosa. El rayo y la niña. Esas mitades que escuché que pueden partirte por la mitad. Y todo aquello de lo que nunca te he hablado, todo aquello que se queda en el tintero y no hay forma de dejarlo escapar.

Y por supuesto que no, a mí tampoco me resultaría fácil y agradable olvidarte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario