Parece que no son leyendas urbanas. Es cierto: nunca olvidas a la persona que te cambió la vida. Entonces apareces tú (en mi mente, nunca fuera de ella). Y me pregunto en qué momento lo removiste todo, en qué momento todo quedó patas arriba. Destrozado, como si el mayor huracán hubiese pasado por aquí. Ése eras tú, un huracán; un terremoto; el más grande.
Está todo superado (quizás sea mentira). ¡Qué cosas! Y he comprendido que no duele necesitarte, duele saber que no te necesito. Duele saber que mi vida se ha separado de la tuya. Duele saber que hay muchos caminos; duele saber que tu nombre nunca aparece; que las canciones no hablan de ti; que las barras de los bares no me preguntan por ti; que la vida pasa y no me preocupa que no llegues. Duele aceptarlo, no vivirlo.
¿Por qué nunca me preguntabas por quién decidí gritar? Ni siquiera por quién callaba. Eras tan inalcanzable que te limitabas a vivir el momento. Nunca he conocido nadie así, ni siquiera ésta supuesta vividora. Qué extrema pobreza.
Te prometo que jamás te voy a olvidar. Aunque pase una eternidad, aunque el sol se apague, aunque todo se derrumbe, aunque el mundo quiera terminar, aunque los infinitos dejen de serlo. Nunca, nunca, en mi puta y jodida vida voy a olvidarte.
Cuídate, cuídate como nadie te podrá cuidar (ni siquiera yo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario