"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

viernes, 3 de agosto de 2012

Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.



Probablemente me odies por escribirte esta carta o te dé igual, no sé qué es peor. Sinceramente, no tengo ni puta idea de qué quiero decirte exactamente. Supongo que llevo demasiados meses dándole vueltas al tema y , en fin, al final has terminado siendo un desconocido y eso era lo único que no iba a soportar. Sé que suena muy injusto y que seguramente para ti ya sea algo indiferente pero no puedo evitar querer intentar que estés en mi vida. Si te parece mal lo entenderé y lo vería normal, aun así la carta te la escribo porque no pierdo nada.No me preguntes por qué la escribo justo ahora y no hace seis meses, no lo sé. Llevo pensando lo mismo desde hace muchísimo tiempo y nunca he tenido los cojones de decirte absolutamente nada. Ni siquiera era capaz de decirte que quería verte un rato para ver qué tal te iba y tampoco he sido capaz de preguntarte realmente cómo estabas. Supongo que si te lo preguntaba creerías que lo hacía sin sentido y la verdad es que eres unas de las pocas personas por las que siento interés. No sé si estoy haciendo bien en escribirte esto, si la estoy liando, si es egoísta o si simplemente está sirviendo para nada. Tampoco me imagino qué se te está pasando por la cabeza, creo que llevo tanto sin saber de ti que ya no sé ni cómo eres. Además, he supuesto que después de casi dos años los dos hemos cambiado demasiado. Sé que ha pasado demasiado tiempo y que ha llovido mucho y que no viene a cuento que por la puta cara empiece a decirte todo lo que me he callado desde 2010. Pero creo que no aguantaba más y tenía que soltar todo lo que se me pasa por la cabeza. Me podría ahorrar todas las estupideces que estoy poniendo y resumirlo todo en que te echo de menos desde hace bastante pero eso me viene grande y además podemos interpretarlo de maneras diferentes y todo esto sería más caótico. No te estoy pidiendo que volvamos a ser lo que fuimos un día porque quizás te entren ganas de matarme y porque sería una locura pero, realmente, sí me gustaría verte de vez en cuando. No sé, estar en tu vida y poco más. No quiero ser tu íntima amiga porque nunca hemos llegado a ser amigos de verdad y además no tendría mucho sentido pero yo qué sé... ser algo tuyo. Una conocida, como mínimo. O alguien con quien puedes hablar o alguien con quien puedes contar cuando no tengas a quién recurrir. Sólo eso. Puedes mandarme a la mierda sin problema (es lo que espero) pero sentía que tenías que saberlo todo porque sé que un día me dijiste que si me arrepentía te lo dijese y, en fin, me he arrepentido todos los días de mi vida pero el miedo de joderte o el miedo de cagarla conseguían que fuese incapaz de hablarlo contigo. Ahora sigo con el miedo y mis paranoias en la cabeza pero yo sabía que algún día esto iba a ocurrir y perdón si no es un buen momento o si he esperado mucho tiempo o si ya no quieres saber de mí. Y nada, prefiero no seguir porque sé que me voy a empezar a arrepentir de haberte contado todo y voy a terminar tirando la carta. Lo siento, de verdad.

Un abrazo.
"Yo voy a estar siempre. Aunque no te lo diga, aunque no hablemos, voy a estar siempre y yo sé que tú vas a estar siempre para mí."  Ojalá sepáis qué es tener a una persona para siempre, para siempre de verdad. Estando sin estar, así somos.

...O como no siguen las cosas que sí tenían mucho sentido.

1 comentario:

  1. Escribí una carta, así.
    Aprendí, también, que el destino nos tiene preparadas cosas absolutamente perfectas, que hay historias que simplemente tienen que dejarse estar...
    Y que, tarde o temprano, encontramos a esos incondicionales.

    ResponderEliminar