"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

martes, 5 de junio de 2012

Y tus ojos me miraron y la luna se cayó del cielo.

Cuando queríamos romper ventanas... y lo hacíamos. Donde diablos estés. 
Nunca vimos el fin.  ¿Quién lo iba a ver? Supongo que las personas indestructibles creen que lo serán eternamente. Me conformo con pensar que nada muere, todo se transforma. Supongo que así me aferro a la idea de que, algún día, todo esto volverá a ser lo que fue. Qué estúpida. Y dime, si nada es para siempre ¿por qué las personas sí se van para siempre? Esa pequeña reflexión me llega a la conclusión de que quizás algunas cosas buenas sí sean para siempre, ¿por qué no? Nada está escrito. Si elegimos bien, tal vez (y sólo tal vez), existan historias que duren de forma eterna. Así tú y yo podremos ser eternos, aunque ya seamos vulnerables. Me gustaba cuando no lo éramos. Cuando nada nos afectaba, 'me da igual' decíamos. Ni siquiera sé si era de verdad. Te hubiese preguntado tantas cosas cada día que te tuve. Tantas cosas... Preguntas que ya ni siquiera recuerdo.

Volveré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario