Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, y esas maneras, y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.
Todos los finales de mi vida llevarán tu nombre pero no me llevarán a ti.
Todo aquello que haga en un futuro me recordará a ti. Cada vez que duerma en una cama ajena; cada vez que algo importante marque un antes y un después; cada nueva canción que se escriba; cada historia de amor contada o por inventar; cada 14; cada mes de Diciembre, Enero o Febrero; cada Luna llena; cada noche de fin de año; cada película; cada libro leído y sin leer; cada día que pase en el que no pase nada; cada botella que me termine; cada peta que me fume; cada colocón; cada noche eterna y cada día no vivido.
En cada acción estarás escondido y tú... y tú no estarás. Y decir que nunca más seremos dos es admitir una realidad y a nosotros nunca nos gustaron las realidades.
Nos conformábamos con subir a las nubes y tirarnos al río. Con pescar la Luna. Con huir de los agujeros negros. Con colgarnos de las estrellas. Con fundirnos en la playa.
Siempre pensé que éramos lo mejores, y me diréis 'todos pensamos lo mismo'. Pero no, esta vez era todo cierto.
Invencibles, invulnerables, insuperables, únicos, especiales, mágicos, inseparables, leales, imposibles, inmejorables... Nosotros.
Todo eso de que puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción.
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