"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

sábado, 7 de julio de 2012

Si puedo escapar es con la mente.

De qué me sirve salir de esta inmensa ciudad si de quien pretendo huir seguirá dentro de mí y eras tú. Y eres tú.
Últimamente apareces de forma continua en las conversaciones. Mi mirada se pierde y nunca sé si decir algo, si reír o callar. Me preguntan por tu vida, ¿por qué me preguntan a mí? Como si yo supiese quién está en tu cama, quién sale de ella o quién baila contigo en las noches de Luna llena.

Mi colchón se queja, las estrellas no brillan, el satélite sigue en su rincón, mi bandera está intacta. Los eclipses están llorando. Estos meses eran nuestros pero preferí cambiarte por el vaso de ron, siempre hago lo mismo. Descuida, lo llevo haciendo varios años desde que no estás.
Siento que te debo la vida, que no tengo derecho a entregar todo lo que tengo dentro, siento que tengo que regalarte todo lo mío y más. Tengo que llevarte hasta el infinito elevado al infinito, tengo que enseñarte esos universos paralelos y... raptarte. Tu orgullo no te deja verme, crees que caerás. ¿Cómo vas a caer? Si aquí estoy yo. Siempre me he tirado al suelo antes que tú, no lo niegues. No niegues las evidencias. No seas tan yo. Mi adición a ti me está pasando una mala jugada por no hablar de las noches en las que me ahogo en alcohol, cada vez aumentan un poco. Te toca tirar. Pienso que juntos podemos, ¿qué hacemos aquí? La noche eterna un día terminará y tú estarás con alguien que nunca sabrá que yo existí. O mejor dicho: que nunca sabrá que existo. Porque ¿a quién intentas engañar? ¿A mí? Estoy dentro de ti, estoy tan dentro de ti que he llegado a anularte, a desesperarte. Pero, joder, has jugado bien tu papel, lo estás haciendo bien. Sabemos de quién has aprendido y me alegro. Al menos el cinismo y el nihilismo has sabido utilizarlos.

Hemos cambiado los roles, ahora te tengo miedo. No sé actuar, no sé qué decir, ni siquiera sé pronunciar dos palabras sin tartamudear o quedarme callada.
Y dejándome de orgullos, estupideces y bobadas: te necesito.
Un día me iré, me iré de verdad. No sé si me ves del todo capaz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario