"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

sábado, 16 de marzo de 2013

Y.

Tan sola y tanta tristeza acumulada.
No recuerdo el último año que me sentí realmente apartada.
Ni siquiera recuerdo mi vida por aquel entonces;
ya sabes,
mi vida empieza cuando llegas tú.
Eres el punto de partida.

Despertarte cada mañana
y no tener nunca a nadie.
Todos con todos y tú tan sola, tan tú.

Y tú y yo, que no hay manera de cruzarnos.
Y te busco en los mapas,
en las calles perdidas
y no hay rastro de ti.
Y mi vida está destrozada y yo estoy hecha polvo
y tú tan ido, tan tú.

Y los catorces huelen a ti
y es jodidamente detestable.
Y alguien en el autobús te ha robado tu olor.
Y yo, tan ilusa como de costumbre, miro al rededor.
Pero no eres tú,
ni tus rizos,
ni tus ojos verdes,
ni tus pestañas infinitas.

Y el invierno se queda atrás
y no has tenido la decencia de protegerme de los terremotos.
Y no me repitas que soy el único terremoto que conoces,
no te quedas atrás;
echa un vistazo a mi vida
o al colchón que compartimos hace varios mundos.

Los mismos mundos que nos separaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario