Tan sola y tanta tristeza acumulada.
No recuerdo el último año que me sentí realmente apartada.
Ni siquiera recuerdo mi vida por aquel entonces;
ya sabes,
mi vida empieza cuando llegas tú.
Eres el punto de partida.
Despertarte cada mañana
y no tener nunca a nadie.
Todos con todos y tú tan sola, tan tú.
Y tú y yo, que no hay manera de cruzarnos.
Y te busco en los mapas,
en las calles perdidas
y no hay rastro de ti.
Y mi vida está destrozada y yo estoy hecha polvo
y tú tan ido, tan tú.
Y los catorces huelen a ti
y es jodidamente detestable.
Y alguien en el autobús te ha robado tu olor.
Y yo, tan ilusa como de costumbre, miro al rededor.
Pero no eres tú,
ni tus rizos,
ni tus ojos verdes,
ni tus pestañas infinitas.
Y el invierno se queda atrás
y no has tenido la decencia de protegerme de los terremotos.
Y no me repitas que soy el único terremoto que conoces,
no te quedas atrás;
echa un vistazo a mi vida
o al colchón que compartimos hace varios mundos.
Los mismos mundos que nos separaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario