"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

martes, 26 de marzo de 2013

La milésima de segundo.

Es como si... como si el mundo se parase durante una milésima de segundo, ¿sabes? Como si mereciera la pena vivir todos los años de tu vida. Te lo juro. Como si esperar mereciese la pena, de verdad. Como cuando se detiene el mundo y no sabes lo que pasa alrededor. Sí, eso. Y te da igual que caiga una bomba a unos centímetros de ti. Te da lo mismo porque está pasando. Ahora. Y ni siquiera es ni una jodida media hora de tu vida, solo sólo unos míseros minutos. Pero el hecho de que él esté ahí delante... A menos de un metro es... fantástico. Sí, eso es. Fantástico. Como si la vida fuese lo más maravilloso de la vida. Y me va a ver espléndida, te lo juro. Va a ver que yo estoy ahí, para él. Y que estoy preciosa para él, que todo lo que hago es por y para él. Y va a saber que lo quiero, que lo necesito. Lo va a sentir y me va a mirar y yo sé que su mundo también se va a detener durante esa milésima de segundo. Lo sé. Lo noto. Y lo veo y sé que es él. Algo me lo dice, como si hubiese una vocecita en mi cabeza que me lo repite. Como si el final de todo fuese él. Como si todos los caminos y todas las señales condujesen a la misma persona. Está ahí y yo aquí y no hay ni un metro de distancia y... y no puedo tenerlo. Al menos no todavía. 

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