"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Miedo.

Ése es el problema: no recuerdo cómo me sentía antes. Y por eso tengo miedo. Tengo tanto miedo que no lo soporto. Tengo tanto miedo que no soy capaz de hablarte, de preguntarte cómo estás y de que sientas que sigo aquí. Porque sigo aquí, aunque lo dudes cada día. 

Me duelo a mí misma y no hay nada más horrible. Y no me perdono nada. Y no me curo, no sé curarme. Sólo sé acabar en otra cama de alguien que, en fin, qué más da. No recuerdo qué era querer a alguien a quien tienes todos los días. Coger un autobús y en diez minutos plantarte en sus escaleras y regalarle el cielo. Ir a dormir con una sonrisa que no te cabe en la cara y mirar el móvil por la mañana y tener un 'buenas noches' o un 'buenos días' o que está roto de amor por ti. 

No me acuerdo cómo me sentía cuando el estómago me iba a estallar porque sólo tenía nudos y cosquillas y mariposas. Mariposas. Sí. De ésas que no quieres matar, que no quieres vomitar. 

Y por eso tengo miedo, porque quizás no sé hacerlo. Hay cosas que se olvidan, la memoria es jodida y traicionera. ¿Y si no sé? ¿Y si por eso no puedo intentarlo? ¿Y si nunca volvemos a ser lo que fuimos? Y la última pregunta es una gilipollez porque realmente nunca volveremos a ser lo que fuimos. De hecho, me atrevería a decir, que nunca volveremos a ser. Así, a secas. Tú no estás aquí para estar aquí. Estás aquí para estar allí, allí desde mi perspectiva. Allí, donde no estoy yo. 

Joder, a veces te odio tanto que no lo soportarías. Podría volver a romperte sólo con el odio que (a veces) me ocasionas. 

Me da miedo no saber hacerlo. O que no me guste. Igual me he acostumbrado tanto a estar sola, a acercarme a desconocidos y a estar vacía que ya no sé hacer otra cosa. Y no sé llenarme. Y eso que me acuerdo todas las noches de ti. Bueno, y los días y las tardes y entre horas. Ya sabes, lo de siempre, lo que nunca te dije, lo que no sabes. 

Me da miedo fallarme otra vez o fallarte o fallarnos y que nada funcione o que realmente no quieras volver o que no me recuerdes o lo que sea. 

Y, ya sabes, sólo tú me puedes salvar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario