"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Elles.

De ellas nunca más volví a hablar. Las revistas han cogido polvo y los recortes están más recortados. Quizás  borré sus nombres porque París quedó demasiado lejos o porque a la una y diez de la mañana, a veces, todas las vidas están apagadas y cerradas.
Sus huellas creo que se quedaron grabadas; sin embargo, no puedo asegurar nada porque mi mente no es capaz de mirar y comprobar si todo aquello sigue vivo. ¿Dónde estarán? En cualquier bar tomando la cerveza a la que nunca las invité o riéndose de todo aquello que me he perdido estos últimos años.

No recuerdo a dónde jurábamos que íbamos. Supongo que al Norte de Francia como siempre, ¿no? La combinación de aquellos tres números mágicos que escondían secretos, historias de terror y sentimientos guardados en una caja.

Aquí me veis, no he llegado muy lejos. La memoria es traicionera. He olvidado los gestos que me indicaban dónde me esperabais. ¿Cómo estáis? ¡Qué pregunta! Juntas, como siempre.

Nadie sabía que era el último día, qué cosas. Un día la vida te da una patada y caemos todos como piezas de un dominó. Un día abres los ojos, parpadeas un par de veces y... ¡PUM! Todo se ha esfumado.

Yo me quedo con los años declarados, las guerras ganadas, las risas enlatadas, los gritos envasados, las lágrimas secretas, los viajes interminables y las fotografías... ¡Ay, las fotografías! ¿Qué haríamos sin ellas? Probablemente mis recuerdos hubiesen muerto si no hay momentos congelados.

Yo me hubiese quedado hasta el fin, hasta que digáis "¡No da para más!"
Entró la tristeza en el mes de septiembre y no ha vuelto a marcharse.

Me moriré de ganas de deciros que os voy a echar de menos.

1 comentario:

  1. Duele verte removiendo la cajita de cenizas que el placer tras de si dejó...

    Pequeña, me asombras.

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