"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

sábado, 17 de diciembre de 2011

He soñado tantas veces contigo. Con tus ojos de ese color que ya no recuerdo, con tu voz sin melodía para mí, con tu ropa inventada, con tus pasos, tu forma de reír, tu expresión... ¿Sabes cuántas veces he soñado contigo desde que no estás? Aquel 24 dejé de dormir durante semanas seguidas y cada vez que lo conseguía era para imaginar que no te ibas o que habías vuelto.

Podría mentir y afirmar que ya no te recuerdo, afirmar que puedo estar varios días sin pensar en ti pero dime, ¿te irías por las noches?

Han pasado tres años y sigo martirizándome a cada instante, pero desde hace bastante sólo puedo llegar a inventarte; no tengo una imagen fija de ti... Mi cabeza te ha olvidado, ha borrado tu imagen pero, de alguna forma, no ha borrado quién has sido (mejor dicho: no ha borrado quién has sido para mí).

Imagino constantemente nuestro encuentro, sabiendo que si algún día nos cruzamos el mundo se detendrá. Sí, el mío, el tuyo, el de ellos. Dejará de girar, las personas nos mirarán exclusivamente a nosotros y no seré capaz de preguntar si eres tú. Si me recuerdas, si recuerdas mi nombre, si recuerdas la única frase que salió de mi boca... Y volveré a tartamudear como si fuese la niña estúpida a la que hiciste mujer sólo con un adiós. Extraño, supongo.

¿Nunca te volviste invencible e indestructible para no tener que volver a echar de menos? ¿Para dejar de sentir que te quemas por dentro? ¿Que te quedas sin aire, o peor, que te duele el corazón por la rapidez con la que respiras? ¿Para dejar de sentir que te tiemblan las manos y las piernas? Para ser inmune, para saber olvidar, para que nadie te alcance, para que no te duelan las despedidas, para ir hacia delante y dejar atrás todo, para ser indiferente, transparente, para pasar desapercibido... Para ser feliz.

En esto me has convertido tú y, sinceramente, a veces echo de menos vivir por alguien o saber que no soy de hielo. Me cambiaste tanto que ya no recuerdo quién era antes de que aparecieras tú. Pero sé que no tenía ni hielo ni hierro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario