Querido J. C.,
¿Qué le explico? Un día leí una de sus frases que decía algo como
que todo dura siempre un poco más de lo que debería.
Y, créame, no sabe la razón que tenía. El caso es que cada vez que
ocurre algo pienso en esa frase y me pregunto si no debería haber terminado
todo antes (a veces también pienso que por qué ha terminado).
Le diría que me siento un poco Maga pero soy más Oliveira que otra
cosa y eso me aterra. No sé por qué tuvo que inventar a ese personaje, cada vez
que leo sus frases siento que me está retratando y es horrible. Y no porque
deteste sus escritos sino porque aparezco como un personaje cínico, un tanto
escéptico, que quiere querer y no sabe, que sólo necesita su propio mundo y que
está solo (sobre todo que está solo).
Y mira que usted intenta explicar qué es la soledad pero no consigo
entenderla.
Le diré algo: si hubiésemos coincidido en la misma época yo hubiese
sido más Maga y usted más Oliveira. Siempre he querido una historia que contar
y nunca he tenido una. Y siento que la suya es un poco mía y que la
imposibilidad de estar dentro de ella hace que sea más mía y menos distante.
Hace poco tuve que admitir a alguien (no sé si muy cercano o muy
lejano, los extremos confunden) que era peor ser destructiva que destruida. Y
sí, está en lo cierto: yo formo parte del primer grupo. Y su novela, a veces,
me enseña que la (auto)destrucción no es tan espeluznante como la pintan.
Destruir también es bonito, creas cosas nuevas. No sabes todas las nuevas
personas a las que he creado (creo que incluso han nacido monstruos).
No sé por qué le digo todo esto, no sólo porque se trate de usted
sino porque le estoy escribiendo a un muerto (con perdón); aunque ya lo hice más veces.
Sin embargo, tras leer todo ese romanticismo, tras tener grabadas a
fuego sus grandiosas frases y tras soñar que con una rayuela se puede llegar al
cielo; se fue sin explicarme una cosa: ¿cómo se supera a alguien? Y, mire, no
hablo de olvidar. Hablo de superar. Superar conlleva saber vivir sin alguien,
tener una vida propia y no destruir a los demás. Significa ser destruida. Me
horroriza no volver a enamorarme y no por el hecho de ir en contra de la
sociedad (todos tienen miedo a enamorarse, yo tengo miedo a no poder hacerlo),
es simplemente que no volver a enamorarme significa que existe una incapacidad
para superar a alguien. Eso me aterra.
Deje de mirarme así y dígame que fue feliz con la Maga.
Hasta pronto, T.
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