Todas las personas somos prescindibles. Aunque sean las únicas capaces de que tengas el corazón rojo, aunque te lo rompan, aunque te lo cosan, aunque te lo cuiden, aunque consigan que sea de cristal y puedan ver tras él, aunque lo que sea. Somos prescindibles y no hay más.
"...Pelo al viento, diciéndome adiós porque decidió que ya estaba hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón."
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