"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Y a ti no te ha pasado alguna vez que cuando está la habitación a oscuras buscas su boca y la encuentras a la primera? Que quizás te desvían unos milímetros pero por inercia, por instinto o por lo que sea sabes perfectamente dónde está su boca. Entonces, ahí, te das cuenta de que lo conoces mejor que a ti misma, de que lo conoces más de lo que jamás habías imaginado. 
Y que lo quieres por aquella vez que durmió incómodo sólo por no darte la espalda, que lo quieres por todas las veces que ha aparecido sólo para acompañarte a tal sitio o a tal otro. Lo quieres porque nunca ha preguntado por las cosas que pueden dolerte, porque tienes un millón de defectos y aún así sigue ahí... cada día, todos los momentos.


Fueron los mejores años de mi vida.


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